La recta final de la campaña electoral en EEUU se ha convertido en una carrera de obstáculos para George Bush. Un doble escándalo sobre la invasión de Irak puso al presidente a la defensiva y la falta de vacunas para la gripe dejó en ridículo a la Casa Blanca. Después de que el Pentágono, y el propio Bush, alegaran que los explosivos de alta potencia desaparecidos en Irak fueron sacados de su polvorín antes de la invasión --e incluso presentaran fotos de satélite para demostrarlo--, un vídeo filmado por un equipo de la cadena ABC probó ayer que ese armamento seguía en su lugar nueve días después de la caída de Bagdad.

Por tanto, las 380 toneladas de HMX (un tipo de explosivo capaz de derribar edificios y hasta de detonar bombas nucleares) fueron sustraídos del depósito de armas de Al Qaqaa, después de que la 101 División Aerotransportada (en la que estaba integrado el cámara de la ABC) inspeccionase el lugar y lo abandonase sin vigilancia.

SELLOS INTACTOS Las imágenes mostradas por la ABC incluso permiten ver los candados con los sellos intactos que colocaron antes de la guerra los inspectores de desarme de la ONU, lo que desmonta la argumentación del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, de que Sadam Husein sacó ese polvorín del país al ver que la invasión era inminente.

Además, a sólo cuatro días de la jornada electoral, una alta responsable de contratación en el Ejército denunció que la compañía multinacional Halliburton --de la que el vicepresidente Dick Cheney fue consejero delegado antes de entrar en la Casa Blanca-- recibió trato de favor del Pentágono para que obtuviese contratos multimillonarios en Irak sin la preceptiva licitación.