Si los despropósitos de la guerra del Líbano generaron un terremoto en Israel, el escarnio de Gaza empieza a pasar factura en las filas de Al Fatá. Una comisión de investigación, nombrada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para esclarecer responsabilidades en la derrota ante Hamás del mes pasado, ha puesto en evidencia la descoordinación entre los cuerpos de seguridad, la espantada de sus jefes y el desprecio por las órdenes del presidente Mahmud Abbás. Ante la necesidad de recobrar la credibilidad frente a su pueblo y frente a EEUU, principal donante y asesor de sus fuerzas de seguridad, Abbás anunció que aplicará "al completo" las conclusiones del informe. La purga ya está en marcha y pasa por juzgar a 60 oficiales en un tribunal militar.

Las 200 páginas del informe, basado en docenas de entrevistas con comandantes de Al Fatá, condenan también el nepotismo, la corrupción y la infiltración de agentes del enemigo en las filas de la seguridad palestina. Subrayan, además, algo conocido por todos: a los nuevos reclutas les motiva más la nómina que la causa. Justo lo contrario de lo que ocurre en Hamás, donde la ideología lo es todo. El asesor del presidente y vocal de la comisión Nabil Amr aseguró que las conclusiones servirán como "primer paso para una verdadera reforma".

Pero ya empieza mal. El jefe de las fuerzas presidenciales en Gaza, el dimitido Mohamed Dahlán, quedará exento de toda medida disciplinaria, mientras se desconoce todavía qué pasará con su brazo derecho, Rashid Abú Shbak, quien también huyó de la franja cuando las cosas empezaron a ponerse feas.

Con esta reforma en ciernes, Abbás sigue ganando puntos a ojos de Israel y de la comunidad internacional. Ayer su Gobierno interino presentó el programa político más moderado de la historia. Por primera vez no se menciona la lucha armada como vía para acabar con la ocupación israelí.