Con sentimientos encontrados reaccionaron la población y los líderes palestinos a la grave situación que atraviesa el primer ministro israelí, Ariel Sharon. Mientras que varios dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) transmitieron mensajes de solidaridad y preocupación más o menos cariñosos, parte de la población celebró en las calles la hemorragia cerebral de Sharon y grupos radicales como Hamás y la Yihad Islámica se mostraron satisfechos de la posible desaparición del que consideran uno de los mayores enemigos históricos de los palestinos. Institucional, el presidente de la ANP, Mahmud Abbás (Abú Mazen ), se mostró "muy preocupado" y afirmó que la nueva situación en Israel no obligará a retrasar las elecciones palestinas, previstas para el próximo día 25.

Poco más de un año después, la pelota ha cambiado de tejado. Si en noviembre del 2004 a muchos israelís les costaba ocultar su regocijo por la agonía y muerte de Yasir Arafat, ayer fueron los refugiados de los campos del Líbano y los niños en las calles de Gaza y Cisjordania los que celebraron la hemorragia cerebral de Sharon, culpable a sus ojos de matanzas de palestinos como la de Sabra y Chatila, y de las operaciones de castigo en los territorios ocupados durante esta intifada. "El mundo está a punto de desembarazarse de uno de los principales líderes del mal. Esta región será mejor sin él. Ahora está en manos de Dios y de la voluntad divina reservada a los déspotas", dijo Sami Abú Zuri, portavoz de Hamás en Gaza.

RENCOR Y ANSIEDAD Pero detrás de estas manifestaciones de rencor, en las calles palestinas el sentimiento generalizado era el de ansiedad, acostumbrados como están a pagar los platos rotos de las crisis israelís. El negociador jefe palestino, Saeb Erekat, afirmó que existe el riesgo de que la incertidumbre política israelí ante las elecciones del 28 de marzo lleve a una escalada de la violencia y a una especie de carrera entre los aspirantes a suceder a Sharon para ver quién asume el legado más duro del primer ministro.