Todavía no se ha cumplido un mes del deceso de Néstor Kirchner y Argentina recobra, en algunos aspectos, su "normalidad". Va pasando del "duelo" al "duelo", de la aflicción popular por la muerte de un líder y el recato que obliga el luto a un nuevo escenario de combate político entre el Gobierno y la oposición.

Se anuncian reglas despiadadas de cara a las presidenciales del 2011. La bofetada que el pasado jueves estampó la diputada Graciela Camaño, del peronismo disidente, contra el rostro de Carlos Kunkel, uno de los alfiles de Cristina Kirchner en el Congreso, reintrodujo esa cuota de beligerancia que el funeral de Estado había obligado a disimular.

La diputada Elisa Carrio (centro derecha), la principal acusadora del kirchnerismo, al que suele acusar de violento y corrupto, saludó entusiasta la bofetada. "Se la merecía", dijo, sobre un Kunkel que, esta vez, pudo hacer el papel de víctima.

En medio de esa tímida tentativa de pugilato en el Congreso por la discusión del presupuesto, la presidenta ha vuelto a ocupar el centro de la escena. Viste de negro y le cuesta contener la emoción. "Quiero convocarlos a nuevas gestas", dijo el sábado durante la conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado, en la localidad bonaerense de San Pedro. Ella se presentó como la continuidad de aquellos argentinos que, en 1845, repelieron con cañonazos a una flota anglo-francesa.

SUEÑO DE LA PATRIA Cristina Kirchner reiteró su llamamiento a la "unidad nacional" para hacer realidad el sueño de los padres de la patria. Cuando comenzó a nombrarlos, alguien del público gritó: "Y Néstor". Ella sollozó y dijo que, claro, su difunto esposo también forma parte del panteón de los próceres.

No es la primera vez que la presidenta se quiebra en público. "No me la hagan difícil, porque la última vez que estuve acá, él estaba conmigo, así que ayúdenme", pidió, días atrás, cuando participó de un mitin en un estadio capitalino.

Según el analista Ernesto Tenembaun, la muerte de Néstor Kirchner ofrece "una imagen vulnerable de la presidenta que acaba de perder, nada menos, que al amor de su vida y al pilar de su Gobierno". Ahora es "mucho más querida" y "entra mucho más en el corazón de cualquiera que cuando aparecía todopoderosa y agresiva".

Cristina Kirchner está hoy cerca de los niveles de aprobación que le permitieron en el 2007 ganar los comicios en primera vuelta. Lo más notable de las últimas encuestas es que un 10% de los consultados han enterrado su viejo odio. Si en la crisis del campo de hace dos años la llamaban "yegua", ahora la valoran bien o muy bien.

PARENTESIS Un sector de la oposición anhela que este sentimiento sea "típicamente argentino": un amor repentino que puede ser otra vez lo contrario. "El contrato entre ella y la sociedad vive un paréntesis de excepción; nadie sabe hasta cuándo durará", dijo Joaquín Morales Solá, columnista de La Nación .

Con estas cifras, Cristina Kirchner vencería en las elecciones del próximo año. Basta saber si el dolor le permitirá hacerlo.