Con el grito de guerra "el escaño del pueblo", el republicano Scott Brown hizo historia el martes por la noche al arrebatar al todopoderoso Partido Demócrata de Massachusetts un asiento en el Senado que durante casi 60 años había estado en manos de uno de los clanes más influyentes del país, los Kennedy, asestando la mayor derrota política a Barack Obama desde que se instaló hace un año en la Casa Blanca. Este atractivo senador local de 50 años, con un discurso que ha calado en el electorado y que se define como conservador independiente, cerró con broche de oro una brillante campaña electoral de la que pocos hablaban hace semanas fuera de ese estado. Contra todo pronóstico, el martes superó por cinco puntos a la demócrata Martha Coakley, pero cuando en septiembre anunció que lucharía por el sillón de Ted Kennedy nadie apostaba por él.

La sorprendente victoria de Brown, la primera de un republicano en ese estado desde los años 70, fue posible porque logró atraer el voto de los independientes, muchos de ellos frustrados por el desempleo y en medio de la revolución popular desatada contra algunos de los proyectos de Obama, en particular esa reforma sanitaria que tanta visceralidad genera.

Desde su escaño en el Senado estatal, al que deberá renunciar para trasladarse a Washington, Brown se fue ganando la simpatía de los votantes criticando hasta el cansancio la reforma sanitaria. También se oponía al impuesto que Obama quiere para los bancos.

Los principales periódicos de Boston hablaban ayer de una votación histórica y de un mensaje "contundente" de los ciudadanos a Washington. Para que un republicano lograra destronar a los demócratas hacía falta una campaña sin errores. Y así fue. De nada sirvieron los llamamientos a recordar el legado del senador Kennedy. Massachusetts habló alto y claro.