El último gran monumento del dictador soviético Iósif Stalin fue desmontado ayer en Georgia tras permanecer en su sitio 58 años. La estatua de Stalin fue retirada por las autoridades en la madrugada del viernes de la plaza central de su ciudad natal, Gori.

La figura de bronce de seis metros de altura desapareció sin aviso previo. Los habitantes de Gori quedaron boquiabiertos por la mañana al ver un vacío en el lugar donde antes solía estar el monumento de su malvado compatriota, a quien se le acusa de la muerte de millones de personas. Ese secretismo se debió a los debates que siguen en la antigua Unión Soviética sobre el papel histórico de Stalin. Mientras unos sostienen que fue un verdugo, sus admiradores le creen un héroe y una de las personas más destacadas del siglo pasado.

Acto de protesta

Según la versión oficial, la estatua será instalada en el patio de la casa-museo de Stalin que se encuentra a varios centenares de metros del centro de Gori. En su lugar habrá un monumento nuevo dedicado a los caídos en la guerra ruso-georgiana de agosto del 2008 por el control de Osetia del Sur. Al enterarse de la noticia, una decena de vecinos organizaron una manifestación de protesta, pero era ya demasiado tarde.

Gori fue la ciudad que más sufrió durante el conflicto con Rusia. Las bombas impactaron en la plaza principal y en los edificios aledaños. La ciudad fue ocupada durante semanas por las tropas rusas. Cuando los militares se retiraron, las autoridades georgianas abrieron en Gori un museo dedicado a la invasión.

"Solo por el hecho de ser georgiano no puede haber una estatua de un verdugo en el centro de la ciudad de Gori", explicó Gueorgui Baramidze, viceprimer ministro primero del Gobierno georgiano. El presidente georgiano, Mijail Saakashvili, incluso fue más lejos. "No se puede tolerar la coexistencia en Gori de un museo de las víctimas de la ocupación y de un museo dedicado a la figura por cuya iniciativa las tropas invasoras entraron en Georgia", dijo, en referencia al hecho de que Stalin había forzado la anexión de Georgia cuando era líder de la URSS.

Mientras las autoridades georgianas desmontaron el último monumento al dictador, su popularidad ha aumentado en Rusia de tan solo un 7% a principios de los 90 al 48% de los rusos que tuvieron una opinión positiva de él en el 2009, según los estudios de opinión pública. Incluso hubo intentos de proclamarle santo.

Un fragmento del himno de la URSS, "Nos amamantó Stalin para que fuéramos fieles al pueblo. Nos inspiró a trabajar y a ejecutar hazañas", está presente en letras de bronce en una estación de metro de Moscú. Se trata del primer caso en la historia de la Rusia postsoviética en el que las autoridades restauran una mención del dictador en un lugar público.