Un adolescente de 14 años ha admitido hoy ante la policía israelí que provocó involuntariamente el mayor incendio de la historia del Estado judío, que ha costado la vida a 41 personas y ha asolado durante cuatro días el norte del país.

El adolescente, cuya identidad no se ha revelado y de quien lo único que precisó la policía es que reside en la región del siniestro, ha reconocido que dejó sin apagar una brasa que prendió de inmediato en el Monte Carmelo, donde se originó el siniestro.

El joven ha declarado que había estado fumando una pipa en el lugar y que pese a darse cuenta de que las llamas se avivaban se fue corriendo al colegio sin avisar a nadie de la gravedad de la situación. Tras el testimonio del adolescente, las autoridades israelís han dejado en libertad a dos jóvenes drusos que permanecían detenidos tras sospecharse que habían sido los causantes de la catástrofe.

El incendio se inició el jueves y hasta esta mañana el cuerpo de bomberos y las unidades militares que han hecho frente a las llamas no han declarado prácticamente extinguidos los últimos focos.

INCAPACIDAD DE ISRAEL PARA AFRONTAR SOLA LA CATÁSTROFE

Además de causar 41 muertos, el fuego ha obligado a evacuar de sus hogares a 17.000 personas, y ha puesto sobre el tapete la falta de preparación logística y de respuesta por parte de Israel ante una situación de emergencia de semejantes características.

El fuego ha arrasado 5.000 hectáreas de gran valor ecológico, con cinco millones de árboles, según datos del Fondo Nacional Judío.

El Gobierno español ha colaborado con cuatro hidroaviones y otro aparato con equipo y material de ayuda que han operado desde la base aérea de Tel Nof, en el norte israelí.

Una veintena de países han enviado ayuda aérea, equipos técnicos o dotaciones terrestres para participar en las labores de extinción.

El Gobierno israelí ha reconocido que no hubiera sido capaz de hacer frente a la catástrofe en solitario.