Imponentes muros de hormigón, sacos terreros y exhaustivos controles de seguridad del Ejército Nacional Afgano (ANA) protegen con celo el fortificado recinto kabulí donde, en estos últimos días de junio, centenares de funcionarios gubernamentales se afanan por completar una ingente tarea para un país tan atrasado como Afganistán. El 20 de agosto próximo, los ciudadanos afganos han sido convocados a las urnas en unas elecciones presidenciales y provinciales en las que incluso la credibilidad de la coalición internacional liderada por la OTAN se halla en juego.

La Comisión Electoral Independiente (CEI), presidida por un hombre nombrado por el presidente, Hamid Karzai, pero al que ahora ya no puede destituir, se encuentra en estos momentos en medio del complejo proceso de cotejar datos de votantes registrados, remitidos en urnas desde las provincias.

Tras haber experimentado en los meses pasados un auge de la actividad insurgente sin parangón en los últimos ocho años transcurridos desde la caída del régimen talibán, Afganistán se ve obligado, este verano quizá más que nunca desde el año 2001, a celebrar unos comicios cuya limpieza y validez nadie debe poner en duda. Y para ello es condición indispensable que la lista de votantes contenga el menor número de errores posibles; que, entre otros excesos, se frene, en la medida de lo posible, la práctica de que un elector emita su derecho al voto en más de una ocasión.

CONTROLES BIOMETRICOS Controles biométricos y modernas computadoras que comparan e identifican huellas dactilares idénticas pertenecientes a diferentes votantes deben encargarse de ahuyentar cualquier sombra de duda sobre el proceso electoral afgano.

Desde los miembros de la coalición internacional desplegada en Afganistán hasta los propios integrantes de la comisión electoral. Nadie esconde lo mucho que se juega el país en esta cita electoral del próximo mes de agosto. "Estas elecciones van a ser completamente diferentes a las celebradas en el 2004, las de ahora están limitadas por las implicaciones de seguridad; entonces, en el 2004, había una actividad insurgente muy escasa", admite un funcionario de la CEI. "Es fundamental que estas elecciones, celebradas y organizadas por vez primera por el Estado afgano, sean creíbles y transparentes en la medida de lo posible, aunque no sean perfectas", admiten fuentes de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (FIAS).

Una de las imperfecciones que nadie se afana ya en esconder es la certeza de que en algunos distritos y provincias no va a ser posible celebrar ningún acto de campaña electoral ni tampoco emitir el derecho al voto.