Ni el frío, ni las colas de horas que se formaron hoy en los colegios electorales desmoralizaron a los votantes estadounidenses, que acudieron hoy masivamente a las urnas a participar en unas elecciones históricas. En Virginia, uno de los estados claves en esta contienda, que hoy podría romper con su larga tradición de votar a los republicanos, las largas colas son un indicador claro del entusiasmo que hay en todo el país por estas elecciones.

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En Lorton, una zona de clase media de este estado, los electores debieron esperar más de dos horas y media para votar pese a que muchos llegaron a la escuela de South County, a las 4,30 de la mañana. Yeworkwha Aragea, de 42 años y origen etíope, votaba por primera vez y estaba convencida de que la espera merecía la pena. Iba a dar su apoyo a Obama. "Es el momento del cambio. Queremos que se resuelvan los problemas de la salud, de la economía, de la guerra. Ocho años de mal gobierno republicano han sido suficientes", dijo.

Susan Lyon, funcionaria electoral del condado de Fairfax señaló que el entusiasmo por votar era esperado "pero nunca creímos que iba a ser tanta la gente. Todo ha funcionado bien hasta ahora y estamos tratando de acelerar lo más posible el proceso". A sólo cuatro kilómetros de Lorton, en la zona de Silverbrook, y en el afluente sector de Fairfax County, la situación era diametralmente opuesta, pero el entusiasmo por votar era el mismo. "El entusiasmo es enorme. La afluencia de votantes ha sido constante y ordenada. A media mañana creemos que ya ha votado más del 30 por ciento de los votantes inscritos en esta zona", considerada un bastión republicano, indicó Jody Evans, encargada del control de votantes en este colegio electoral.

Pero no todos están por el cambio. Beverly Stephenson, una abogado de 77 años, dijo que había sido fiel a su afiliación republicana y que había dado su voto a John McCain. "Es que no quiero que Estados Unidos se convierta en un país socialista", aseguró. También en el vecino estado de Maryland, a diferencia de Virginia tradicionalmente demócrata, la afluencia de votantes a las urnas era la gran noticia del día. El condado de Montgomery, uno de los más ricos del país, esperaban una participación del 80 por ciento y en el aparcamiento de una escuela de Gaithersburg, casi todos los vehículos tenían pegatinas de Obama.

Lee Gennell, blanco, y su esposa Barbara, de raza negra, no tenían problemas en destacar que Obama "representa el cambio que necesita el país y un mejor futuro para nuestros jóvenes". Luciendo botones pro Obama en su suéter y en su gorra, Barbara, abuela de dos nietos a sus 49 años, recordó los tiempos de discriminación que vivió su familia "cuando se nos prohibía entrar en restaurantes, escuelas y otros sitios públicos. Nunca pensé que viviría este momento en mi vida..."

Se palpaba mucho sentimiento de estar haciendo historia. En Washington, en pleno corazón de la capital de EEUU, Debbie Williams, que tiene 45 años, reconocía que no le importaba esperar en la cola porque quiere poder decir algún día: "yo estuve allí". Y otros reconocen que van a votar no a favor de Obama, sino en contra de McCain. Terry Sharp, de 44 años y blanco, es uno de ellos. No le gusta McCain porque "está a favor de continuar con la guerra y de las rebajas tributarias y también votaré contra él porque ha elegido a la gobernadora" de Alaska, Sarah Palin, la candidata a la vicepresidencia por el partido republicano.

En la escuela secundaria de Dunbar, en un barrio de mayoría negra de la capital, la gente hacía estoicamente cola durante unas dos horas de media, desde primera hora de la mañana. William Harris, un afroamericano de 60 años, a la salida, no ocultaba que había votado por Obama porque para él "es el mejor candidato, es joven, es un luchador y necesitamos sangre nueva", dijo.