África espera el impacto del coronavius, que de momento es mucho menor que en gran parte del mundo, lo que no deja de sorprender a los expertos dado que China, foco de la infección, es el principal socio comercial de los países subsaharianos y el intercambio de personas entre el continente africano y el gigante asiático es constante. Algunos especialistas apuntan a que las altas temperaturas ayudan a que el coronovirus se propague menos rápido, lo que aún no está demostrado.

El continente africano es vulnerable por la fragilidad del sistema sanitario y por lo exhausto que está el personal médico en su totalidad que ha debido de hacer frente a otras epidemias, como la del ébola a partir del 2014, o a la continua y diaria lucha contra la malaria, el sarampión o otras enfermedades con recursos limitados.

De momento se han detectado casos de coronavirus en 34 países, con unos 769 contagiados y 19 fallecidos (datos de este viernes), en un continente de 1.300 millones de personas. Unas cifras muy bajas si las comparamos con Europa. Además, gran parte de los afectados son personas que han llegado últimamente a África desde algún país europeo o desde Estados Unidos. Uno de los últimos infectados es un miembro de las fuerzas especiales del Ejército español desplegadas en Yibuti, país del cuerno de África.

MEDIDAS RESTRICTIVAS

A pesar de esta baja incidencia, gran parte de los gobiernos africanos han empezado a aplicar medidas restrictivas, respondiendo al llamamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que "despierten" ante el creciente aumento de casos. "África debe prepararse para lo peor", dijo el jueves el director general de la OMS, Teodros Ghebreyesus Adhanom. El país más afectado hasta ahora es Egipto, con 210 contagios y 10 fallecidos, y le sigue Sudáfrica, con 202.

Entre las medidas que algunos estados han tomado están las de prohibir concentraciones, cerrar comercios y restaurantes, mezquitas, iglesias y aeropuertos, como es el caso de Ruanda. El presidente de este país, Paul Kagame, ha colgado un vídeo en Youtube donde muestra a la población cómo debe lavarse las manos para evitar el contagio. Lo mismo ha hecho el primer ministro de Etiopía, el Premio Nobel de la Paz Abiy Ahmed.

Sin duda la epidemia de ébola -hasta hace poco había un brote en la República Democrática del Congo- puso a prueba el sistema sanitario público africano, siempre mal financiado, y contribuyó a reforzar los hospitales, pero no lo suficiente. La Unión Africana mantiene los denominados Centros de Control y Prevención de Enfermedades de África (CDC, en sus siglas en inglés), cuyo objetivo es coordinar la lucha contra los brotes epidémicos.

Sin embargo, fuera de las grandes ciudades hay centros que carecen de material para hacer frente a esta pandemia, como unidades de cuidados intensivos o material para llevar a cabo pruebas diagnósticas. Gracias al esfuerzo de la OMS, los test ya se pueden hacer en 47 de los 54 países que conforman el continente.

SIN AGUA EN SUBURBIOS

La economía informal, muy extendida en el continente, con venta ambulante, y las habituales grandes concentraciones en mercados hace difícil llevar a cabo un control estricto de la población. En suburbios de grandes ciudades abandonados por los gobiernos, como el de Kibera, en Nairobi, capital de Kenia, donde vive medio millón de personas, apenas tienen agua para lavarse las manos, según relata la agencia Reuters. Son los pobladores los que se organizan para hacerse con agua y habilitar lugares donde poderse lavar. No debe de ser muy diferente en otros países de la región. Según datos de Unicef, en el África subsahariana, el 63% de la población de las zonas rurales -unos 258 millones de personas- carecen de acceso a instalaciones para lavarse las manos.

El aeropuerto de Adís Abeba, capital de Etiopía, es el principal punto de entrada de trabajadores chinos a África, pero aún no ha decidido cerrar, lo que ha generado numerosas críticas al Gobierno desde que empezó a extenderse el virus por el mundo. Hay cientos de miles de chinos residiendo en el continente africano. A cambio de hacerse con enormes recursos naturales, como hidrocarburos o minerales para poder mantener a pleno rendimiento su monstruosa maquinaria de producción, el régimen chino está invirtiendo en África miles de millones de dólares en todo tipo de infrastucturas y ayudas.

En China hay más de 81.000 estudiantes del continente africano, muchos becados por Pekín. Precisamente uno de ellos, un joven camerunés de 21 años, fue el primer africano contagiado. Cursa en la universidad de Yangtze, en la provincia de Hubei, donde nació la infección que se ha extendido por todo el mundo.