El zumbido de las máquinas de tatuar llena estos días la segunda planta de la Fábrica de Arte Cubano (FAC) en La Habana. Este sonido, para muchos escalofriante, es en cambio música para los oídos de los cientos de asistentes a Pura Aguja, el primer evento multidisciplinar de arte corporal en Cuba.

En su faceta de laboratorio creativo, la antigua fábrica de aceite reconvertida en centro cultural acoge durante tres días a unos 30 artistas de casi toda la isla, junto a invitados de México y Estados Unidos, que ofrecen demostraciones en vivo de tatuajes y perforaciones. "Un eventazo", asegura entusiasmado José, de 16 años.

Sobre los sillones y camillas envueltas en plástico vuelan las agujas y se agrupan los curiosos. Muy cerca varias iniciativas privadas muestran sus productos, entre ellas Beyond Roots, con ropa y bisutería de inspiración afrocubana, y D'Brujas, una pequeña marca de jabones artesanales cuyos productos sirven para el cuidado de los tatuajes.

El público, en su mayoría joven y "entintado", disfruta la novedad de tener reunidos en un solo lugar a los maestros de la "picadera".

Para algunos indecisos como Yanet, de 26 años, es el empujón que necesitaban. "Tengo que tener cuidado, porque me han dicho que esto es adictivo", señala a los brazos del tatuador que dentro de unos minutos le hará su primer dibujo permanente: un intrincado diseño de una nota musical en la muñeca.