El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, respondió ayer a la ofensiva diplomática de EEUU con otro de sus desconcertantes ejercicios de palo y zanahoria en torno al polémico programa nuclear de Teherán. La versión desafiante del presidente, con su inflamada retórica destinada al consumo interno, advirtió a Occidente de que si adopta más sanciones "lo lamentará". Pero a la vez entreabrió la puerta al diálogo.

Mientras la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, de gira por el golfo Pérsico en pos del cierre de filas de sus socios en la región, recordaba en Arabia Saudí que "nada prueba" que los fines del programa nuclear de Teherán sean pacíficos, Ahmadineyad sacaba la artillería verbal para anunciar represalias ante posibles nuevas sanciones internacionales: "Si alguien trata de crear problemas a Irán, nuestra respuesta le hará lamentar haberlo hecho". Sin embargo, sostuvo que Irán "sigue estando dispuesto a un intercambio de combustible nuclear, incluso con EEUU", aunque bajo condiciones.

Pero Clinton no ve otra salida que "recurrir a la ONU para imponer más sanciones que convenzan a los iranís de cambiar de rumbo".