En menos de una semana, Air France ha cambiado las sondas de velocidad de sus 34 aviones A330 y A340 por unas de última generación. Aunque de momento no se ha establecido una relación directa entre los fallos de estos medidores y el siniestro del vuelo Río-París con 228 personas a bordo, la compañía ha cumplido con la exigencia de los pilotos, que amenazaron con negarse a despegar con los antiguos sensores de los aviones.

Según informó ayer la aerolínea, se han reemplazado dos de las tres sondas, conocidas como tubos Pitot, que lleva cada avión en la carlinga delantera, y el 5 de julio todas habrán sido cambiadas. En realidad, los aparatos precisan dos sondas para calcular la velocidad idónea del piloto automático.

La tercera es utilizada en caso de que una registre anomalías. Los nuevos tubos tienen un sistema de ventilación y calefacción más avanzado que los anteriores, para impedir que la presencia de hielo distorsione las mediciones, como ha sucedido en algunos vuelos y se cree que le pudo ocurrir al A330 cuando sobrevolaba una zona tormentosa. Ello no significa que sean infalibles, como han precisado tanto la compañía aérea como la constructora europea Airbus.

La Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) anunció ayer que antes de finalizar la semana tomará una decisión sobre las sondas Pitot que se encuentren defectuosas. "Desde el accidente hemos recibido numerosas informaciones sobre incidentes, que estamos analizando", indicó un portavoz de la compañía.

NOTA INTERNA Airbus recomendó cambiarlas en septiembre del 2007. Un año después, una nota interna de Air France señalaba numerosos incidentes, debido a un mal funcionamiento de las sondas en condiciones meteorológicas adversas.

En abril había empezado a aplicar un programa de sustitución. De hecho, las nuevas sondas llegaron tres días antes de que el A330 desapareciera en pleno vuelo.