Primero Benedicto XVI y ahora el emperador Akihito. El papado romano y el trono japonés han roto la pétrea tradición que contemplaba el deceso como única salida. Akihito será el primero en jubilarse en cerca de 200 años y obligará a reformar una ley que ni siquiera contempla el relevo en vida.

Akihito habría mostrado su voluntad de dejar el sillón en los últimos años a sus allegados, según fuentes anónimas citadas por la televisión pública NHK y la agencia Kyodo. La decisión habría sido aceptadapor su hijo mayor y primero en la línea sucesoria, el príncipe Naruhito. Éste se convertirá en el emperador número 126 de la misma línea hereditaria, la más longeva del planeta.

Los achaques de un hombre de 82 años han precipitado el cambio. En los últimos años ha padecido neumonía y problemas de corazón que han requerido un bypass. También ha recibido hormonas de crecimiento para impedir la reaparición de un cáncer de próstata. El cuadro médico ha recortado en los últimos tiempos sufebril actividad, por lo que las fuentes citadas aseguran que ha preferido ceder su cargo a quien pueda cumplir con la agenda.

Akihito recibió el trono de Hirohito en 1989 y rompió la tradición. Su padre es una figura controvertida aún por haber llevado a su país a la aventura imperialista que causó dolores incontables en Asia y desembocó en la rendición tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

CONSTITUCIÓN IMPUESTA

La Constitución impuesta por Estados Unidos cambió el carácter divino del emperador por el simbólico. Esa herencia recogió Akihito, quien se ha esforzado por cicatrizar las heridas con los vecinos y mostrarse algo más cercano al pueblo.

Akihito conmemoró el pasado año el 70 aniversario del final de la guerra expresando su “profundo arrepentimiento” y su deseo de que la Historia no se repita. Muchos vieron en el discurso la respuesta al auge nacionalista en Japón que representa el primer ministro, Shinzo Abe, quien prepara la modificación de la ejemplar Constitución pacifista. En 1992 se convirtió en el primer emperador japonés en visitar China, principal víctima de las atrocidades del imperialismo.

También ha roto moldes sociales. Akihito fue el primero en desposar a una plebeya, Michiko Shoda, hija de un rico empresario. Ha atendido ceremonias, recibido a mandatarios extranjeros y confortado a las víctimas de desastres naturales. Aún se recuerda su discurso televisado en 2011 después del tsunami a un país en estado de shock. El pueblo japonés no estaba acostumbrado a escuchar a sus emperadores.