El presidente electo peruano, Alan García, prometió ayer constituir un Gobierno de concertación y diálogo, austero, abierto a la economía mundial pero sensible a las demandas de los que menos tienen. Y, por encima de todo, sobre todas las cosas, juró no repetir "los errores del pasado". Cuando se habían escrutado el 91% de los votos, García, del Partido Aprista Peruano (APRA, socialdemócrata) terminó derrotando a Ollanta Humala por la ventaja prevista en los sondeos: 53,52% de los votos, contra 46,47% del exteniente coronel y abanderado de la coalición Unión por el Perú (UPP).

García no esperó los cómputos oficiales para autoproclamarse vencedor. Los números, en la medianoche de ayer, eran imposibles de remontar por su rival cuando Caballo loco , como solían llamarle en los años 80, anunció el retorno al poder de la "izquierda democrática".

AUN EN CAMPAÑA Frente a sus seguidores, García pareció seguir en campaña. Su Gobierno, que debe asumir el poder el 28 de julio, se propone atraer inversiones, defender los derechos laborales y regular las tarifas de los servicios públicos. El líder aprista le debe su victoria a la clase media y acomodada limeña, que lo consideró un "mal menor" frente a Humala. Sus votos fueron un contrapeso frente a la abultada mayoría que el nacionalista logró en el sur andino, donde se concentra la pobreza.

No por casualidad, García tuvo ayer palabras especiales para ese sector social que tiene como "gran aspiración", según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ganar 200 euros al año. "No habrá un abismo entre mi Gobierno y ellos", dijo, y les ofreció un plan de desarrollo. En ese sur humalista, le advirtió el diario El Comercio , el nuevo jefe de Estado "tiene una olla a presión". García ni siquiera podrá gozar de una efímera luna de miel con los peruanos. No había pasado una hora de su autoproclamación y Lourdes Flores, la conservadora a la que desplazó de la carrera de la segunda vuelta por menos de un punto, apareció con el rostro adusto en las pantallas de televisión.

Señalándolo con el dedo, le dijo que había ganado con "votos prestados". Y le remarcó que ese caudal "no le pertenece". No obstante le ofreció una "oposición constructiva". García es consciente de que lo vigilarán con lupa."Moriremos en el esfuerzo de no fallar y no defraudar", dijo y habló acerca de la necesidad de hacer "un acto de contrición" por sus viejos pecados políticos.

El aprismo no tiene otra alternativa que negociar con el centroderecha en un Congreso en el cual UPP será la bancada mayoritaria. Los analistas prevén en ese sentido un deslizamiento de García hacia posiciones más convergentes con los partidos que le dieron ese aval transitorio.

Como prueba de su moderación, el líder aprista, que meses atrás criticaba el Tratado de Libre Comercio (TLC) negociado por el presidente Alejandro Toledo con Estados Unidos, devino defensor de ese acuerdo.

Humala pudo jactarse de haber convertido a UPP de la nada en una fuerza que en noviembre aspira a ganar los comicios regionales y avanzar en la transformación de un país para sacarlo de la órbita neoliberal. A su manera, se sintió ganador.

CHAVEZ, EL GRAN PERDEDOR En cambio, el presidente venezolano, Hugo Chávez, que lo apoyó abiertamente durante la campaña, fue, para el propio García, el gran perdedor. "Creyó que a fuerza de millones e insolencias se podían abrir las fronteras, pero hemos detenido el intento de dominación y hemos rescatado nuestra independencia", dijo.