El enrarecimiento de las relaciones laborales y el miedo a una Europa que sea poco social ha reducido el apoyo en Francia a la Carta Magna europea y ha sembrado la alarma entre los partidarios del . A poco más de dos meses para la consulta electoral, prevista para el 29 de mayo, un 52% de los encuestados se declara contrario al Tratado Constitucional de la UE, según un reciente sondeo de Ipsos. El primer secretario del Partido Socialista francés (PS), Fran§ois Hollande, llamó ayer a los ciudadanos franceses a que discriminen entre su descontento con la política del Gobierno del primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, y el apoyo a la Constitución europea.

"Muchos piensan que, en el referendo, se puede decir no a otra cosa que a Europa; que se puede decir no al presidente, al Gobierno Raffarin y a la Comisión Europea", pero de hecho, "el no será sólo para Europa". "No hay que confundirse", recordó el dirigente, ya que "si gana el no , se habrá acabado la construcción europea, y tendremos los efectos de la política monetaria sin lo que le sirve de fundamento, que es la construcción política".

"INTENSA CAMPAÑA" Interrogado sobre el último sondeo de Ipsos, el primer secretario del PS declaró que esta encuesta sólo demuestra que "hay una intensa campaña electoral por hacer" y que habrá que demostrar "todo lo positivo que hay en la Constitución". Los sondeos apuntan que son esencialmente los electores de izquierda, y especialmente los simpatizantes socialistas, los que se están pasando al campo del no . El rechazo a la Constitución progresa también entre los franceses más modestos, empleados, obreros, además de profesiones intermediarias.

Todo ello coincide con una caída de la popularidad del presidente Jacques Chirac en los sondeos, que pierde cuatro puntos en el barómetro del Journal du Dimanche , donde sólo un 42% de las opiniones son positivas, uno de los peores resultados tras su reelección en el 2002. Tal y como ya sucedió con el referendo sobre el Tratado de Maastricht en 1992, la tendencia de los franceses al voto negativo refleja los temores de un sector del electorado hacia las consecuencias de la construcción europea.