Nada más conocerse la noticia de la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, a falta de pocos meses para que se cumplan los 10 años de los atentados terroristas del 11-S que conmocionaron al mundo y marcaron la política exterior de EEUU, la alegría se ha desbordado en Estados Unidos. Cientos de personas han salido a la calle en Washington y en Nueva York con banderas estadounidenses al grito de "USA, USA" y se han dirigido a las puertas de la Casa Blanca, a la emblemática zona cero y a Times Square. En la zona cero, pocos quieren celebrar la muerte de alguien pero el hecho de que el fallecido fuera Osama bin Laden les despierta, reconocen, un sentimiento común: felicidad. "Es horrible que alguien haya muerto, pero es un día tan maravilloso para la decencia... Es como cuando murió Hitler. Estoy muy feliz", cuenta Rocerick Vendell, un trabajador social de 44 años cuya oficina está a dos manzanas de ese agujero donde solo ahora, después de casi 10 años de los atentados que conmocionaron al mundo, empiezan a verse señales de avance en la reconstrucción. Vendell estaba cenando en Harlem cuando un amigo le ha enviado un mensaje al móvil. Ha visto el anuncio de Barack Obama en la televisión, ha ido a su casa, ha recogido a su perro Sansón y ha bajado al cruce de Church con Vesey. Aquí se han congregado varios cientos de personas. En su mayoría jóvenes, jovencísimos, que eran niños en el 2001. "Los mayores están durmiendo o no están en Facebook", explica Robert Holland, un cineasta de 23 años que como muchos se ha enterado de la noticia y la ha compartido en la red social. "Es triste celebrar la muerte de alguien, pero esto es una victoria moral y ayuda a la ciudad a lograr cierta sensación de que un círculo se cierra", ha destacado Holland. Conciencia del peligro de una venganza Hay celebración pero también conciencia de que puede haber un intento de venganza, un aumento de la violencia. "Mi hijo y todos sus amigos están pensando si coger el metro", apunta Vivienne, vecino del barrio que se ha acercado, con banderas en la cabeza, hasta la zona cero acompañada de su hijo Kyle, que solo tenía seis años el 11-S. "Eso significa ser hijo de estos tiempos", ha apuntado el ahora adolescente. Otro punto de concentraciones espontáneas ha sido Times Square, en pleno centro de Manhattan. Allí, cientos de personas, entre ellas miembros del cuerpo de bomberos de Nueva York, han manifestado su alegría. Los bomberos de la Gran Manzana, uno de los colectivos con más afectados por los ataques contra las Torres Gemelas, han sido vitoreados. Las imágenes de espontaneidad y celebración que se han visto en Times Square rememoraban las que hace más de seis décadas ocurrieron en el mismo lugar, cuando los neoyorquinos celebraron allí el fin de la segunda guerra mundial.