El asalto armado del lunes a la escuela de Emsdetten (Renania del Norte-Westfalia, oeste de Alemania) por el exalumno Sebastian Bosse, de 18 años y aficionado a los videojuegos violentos, ha abierto un profundo debate sobre el ocio juvenil al que se sumaron los principales responsables de los partidos alemanes.

"Si finalmente se comprueba que el secuestrador se había entretenido durante mucho tiempo con este tipo de videojuegos, la legislación alemana tendrá que actuar ahora en consecuencia", dijo Wolfgang Boschbasch, experto en política interior de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de la cancillera, Angela Merkel.

El ministro de Interior del estado de Brandenburgo, Jörg Schöhnbohm, experto en temas de seguridad de la CDU, cree que se debe detener el uso de juegos que "fomentan un comportamiento agresivo". Schöhnbohm sostiene que por ningún motivo "pueden aceptarse juegos en los que el éxito se alcanza cuando se mata a ancianos, mujeres, policías o a cualquiera que se considera enemigo". El responsable de política interior del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Dieter Wiefelspuetz, ve conveniente "considerar la posibilidad" de prohibir los videojuegos violentos, pero puntualiza que "no todos los que los utilizan son criminales".

MARGINACION Por su parte, el portavoz de política interior de los Verdes, Volver Beck, dijo que "no basta con prohibir los juegos". En este caso, se trata de un joven "socialmente marginado", y propuso estudiar las causas que formaron su personalidad.

Según se supo ayer, el joven que se atrincheró en el instituto descargó sus armas en venganza contra los profesores, e hirió a 27 personas antes de suicidarse de un disparo en la cara. Bosse tenía relación con prácticas satánicas y era un fanático de las armas y uniformes.

El presidente de la Asociación Alemana de Profesores, Josef Graus, dijo que si bien los videojuegos suponen "un peligro cada vez mayor", son los padres y maestros quienes tienen que inculcar valores a los jóvenes.