Pocos temas han animado la tediosa campaña electoral alemana, que llega lentamente a su fin. Los grandes partidos, desdibujados por la gran coalición entre conservadores y socialdemócratas que ha gobernado los últimos cuatro años, presentan propuestas parecidas y los partidos medianos --que ya no pequeños-- han ido más bien a remolque.

Pero si hay algo que polariza a los socialdemócratas del SPD y a la unión conservadora CDU/CSU liderada por Angela Merkel, es la energía atómica. Los conservadores quieren posponer el apagón nuclear, planeado para el 2021 y pactado por Verdes y SPD hace ocho años, y probablemente lo harán si consiguen deshacerse de los socialdemócratas y gobernar junto a los liberales del FDP en la próxima legislatura.

"Los que quieren abandonar cuanto antes la energía nuclear deberían aportar también alternativas viables", ha dicho varias veces la cancillera. Merkel se comprometió en los acuerdos de coalición a respetar el apagón y la moratoria para no construir nuevas centrales.

La cancillera nunca ha ocultado su desacuerdo con aquella decisión y a menudo esgrime su pasado como ministra de Medio Ambiente y seguridad nuclear para dar más peso a sus argumentos. "Es necesario una combinación energética, que incluya combustibles fósiles, energías renovables y energía nuclear, durante un periodo de transición mayor", afirmó la cancillera en su debate con el candidato socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier. Los socios naturales de la CDU, los liberales del FDP, apoyan la misma idea.

Pero conservadores y liberales están solos en esto y su defensa de la energía nuclear ha quedado en entredicho durante la campaña tras varias averías en las centrales de Krümmel y Brunsbüttel. Alemania es el tercer país de Europa con más centrales nucleares activas.