E l lunes por la noche, el barco Oruç Reis salió del puerto de Antalya, en el mar Mediterráneo, de camino al sur. El navío, diseñado para estudiar el fondo marino en busca de gas o petróleo, iba escoltado por cinco buques de la Armada turca. Su destino eran las aguas del sur de la isla griega de Kastelórizo, y su partida, una sorpresa y una apuesta de Recep Tayyip Erdogan. El presidente turco lo explicó el martes por la mañana: «De ninguna manera permitirá Turquía cualquier iniciativa que busque encerrarnos en nuestras costas. El Gobierno griego ha demostrado una vez más que no actúa de buena fe», dijo Erdogan, visiblemente enfadado.

El presidente turco se refería al acuerdo firmado la semana pasada entre Grecia y Egipto, que pactaron una línea que delimita sus zonas económicas exclusivas (ZEE), el territorio de mar después de las aguas territoriales (340 kilómetros) en el que un país tiene derecho exclusivo de explotación de cualquier recurso.

Turquía considera que parte de las aguas que reclama Grecia le corresponden. En los últimos meses y semanas, la tensión en el Mediterráneo oriental –donde hay maniobras militares ya constantes– es máxima. El presidente francés, Emmanuel Macron, de hecho, envió ayer dos aviones y dos buques para reforzar su presencia militar en la zona y hacer «respetar el derecho internacional». Y los ministros de Exteriores de la UE tratarán hoy el tema en una reunión extraordinaria.

La cuestión viene de lejos: en el 2018 se planea investigar el tamaño de las bolsas de gas y petróleo en las aguas entre ambos países y alrededor de la isla de Chipre. La empresa italiana de energía ENI empieza a preparar prospecciones en Chipre –de acuerdo con el Gobierno griego de la isla–, y planea con Egipto tratar el gas en sus plantas.

La francesa Total, una de las empresas más grandes del mundo, también se quiere sumar. Su idea es llevar el gas a Europa a través del mar, obviando a Turquía por completo, y para hacerlo, crean el Fórum de Gas del Mediterráneo Oriental, con sede en El Cairo. En la organización están Grecia, Chipre, Israel, Egipto, Jordania e Italia, pero no Turquía. El país con más kilómetros de costa en la región es excluido.

«Fue entonces cuando Turquía empezó a mandar sus barcos de perforación y de estudio sísmico a lo que considera su ZEE», explica Michaël Tanchum, experto en la región y profesor de la Universidad de Navarra.

Turquía, en noviembre pasado, firmó un acuerdo para delimitar sus ZEE con el Gobierno oficialmente reconocido de Libia, su único aliado en el Mediterráneo. Según este acuerdo, Turquía se arrogaba el derecho exclusivo en todas las aguas del sur de las islas griegas de Rodas y Creta, además de todas las que rodean la pequeña isla de Kastelórizo, un islote alejado a cientos de kilómetros de Grecia pero solo a dos de Turquía.

Pero la semana pasada, Grecia y Egipto anunciaron su propio pacto para delimitar sus respectivas ZEE, que se superponen a las que delimitaron Turquía y Libia y que pasan por encima de muchísimos kilómetros de agua que Ankara considera que le pertenecen. Y aunque ni Turquía ni Grecia quieren la guerra, los barcos militares han vuelto a zarpar. H