«¡Gracias al presidente de la paz, Nicolás Maduro, que decretó a partir de hoy merecidos carnavales para la felicidad del pueblo! Vamos con infinita alegría, con nuestros niños y niñas, a disfrutar en tranquilidad estos días de asueto». La vicepresidenta, Delcy Rodríguez, llamó a los venezolanos a olvidarse al menos por unas horas de los rigores de la escasez y la incertidumbre sobre el futuro. Las 48 horas de jarana se parecen sin embargo a un baile a bordo del Titanic. Las comparsas desfilarán exhaustas a una semana del intento fallido de la oposición y sus aliados internacionales de abrir un canal humanitario en la frontera con Colombia. Juan Guaidó, a quien EEUU y 50 países reconocieron como presidente «encargado», tuvo otra frustración durante la cumbre del Grupo de Lima. Sus países, en su mayoría sudamericanos, desalentaron la salida militar del conflicto. Washington reiteró que todas las opciones «están sobre la mesa» pero por ahora se inclina por una mayor asfixia económica.

El Gobierno se siente ganador de la primera batalla política. Los analistas tienen opiniones divididas. Unos creen que Maduro es apenas victorioso en el curso de una derrota inexorable. Otros hablan de una tensa paridad en la medida de que la situación venezolana es objeto de una disputa que la supera, como quedó recientemente demostrado en el Consejo de Seguridad Nacional de las Naciones Unidas. China y Rusia frustraron la iniciativa de Washington en favor de elecciones presidenciales libres y la entrada de alimentos y medicinas. El Consejo de Seguridad tampoco aprobó una iniciativa de Moscú en la que se dejara sentada la preocupación por las «amenazas de uso de la fuerza» contra Venezuela. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, insistió no obstante en el peligro de un escenario bélico: «Conociendo los enfoques de la Administración de EEUU, todo es posible».

Sanciones estratégicas

Por lo pronto, el Departamento del Tesoro decidió sancionar a seis importantes funcionarios, todos directamente involucrados con el resguardo de las fronteras por las cuales se intentará en breve introducir las medicinas y alimentos principalmente donados por EEUU. Durante los debates en el Consejo de Seguridad, el representante de Maduro, Samuel Moncada, denunció intentos de infiltrar grupos armados desde la zona limítrofe colombiana.

La tensión provoca diferentes respuestas en la sociedad. El Gobierno recurre a una encuesta de Hinterlaces según la cual un 86% de los consultados se muestran en desacuerdo con una intervención militar. Hercon Consultores informa, a su vez, de que un 80% de los entrevistados seguirá en las calles para forzar la salida de Maduro. En este contexto, Guaidó está realizando una gira por Sudamérica donde ha recibido la solidaridad de Jair Bolsonaro, Mario Abdo Benítez y Mauricio Macri.

El otro gran interrogante relacionado con la crisis tiene que ver con el retorno del líder opositor. La justicia le prohibió la salida del país, pero esa orden fue burlada. ¿Podrá entrar?, quieren saber sus seguidores. Si lo hace, Maduro afronta dos soluciones problemáticas: el arresto de Guaidó podría derivar en un problema internacional mayor que quién sabe hacia dónde derivaría. Pero si finalmente no lo detiene, como claman los maduristas, exhibirá un inocultable signo de debilidad.