Con diferentes espectáculos y un mitin del presidente Robert Mugabe, Zimbabue celebró ayer los 30 años de independencia de Gran Bretaña, cuando los acuerdos de Lancaster House acabaron con el régimen racista de Ian Smith. "Como zimbabuenses necesitamos fomentar un ambiente de tolerancia y tratarnos con dignidad y respeto", afirmó Mugabe.

Pero a pesar de los intentos gubernamentales de celebrar por todo lo alto la efeméride, la mayoría de sus ciudadanos tienen pocos motivos de alegría. Es cierto que el Gobierno de Unidad Nacional --formado hace un año por Mugabe, en el poder desde 1980, y la oposición liderada por Morgan Tsvangirai-- ha estabilizado la inflación y reabierto la mayoría de los servicios básicos, tales como el agua potable, las escuelas y los hospitales.

Fallos eléctricos

Pero la economía sigue sin levantar cabeza, los cortes de electricidad aún son habituales en la capital, Harare, y gran parte de la población depende de ayuda internacional para alimentarse.

El Gobierno de Unidad Nacional se formó tras las disputadas elecciones parlamentarias y presidenciales de junio del 2008, cuando la oposición denunció un fraude masivo y una oleada de violencia contra sus seguidores, y se retiró de la segunda vuelta. Tras una fuerte crisis económica (la inflación llegó a los 230.000.000% y la moneda local desapareció totalmente) y social (con un virulento brote de cólera y una hambruna masiva), la presión de los países africanos obligó a Mugabe a aceptar a Tsvangirai como primer ministro. Pero el reparto del poder no se ha mostrado como una solución sólida, y el pacto siempre parece a punto de romperse.

El desempeño de Mugabe, de 86 años, en la presidencia de Zimbabue durante estas tres décadas es muy irregular. En los años 80 gozó de una gran popularidad y prestigio internacional. Entonces el país contaba con una democracia efectiva, disfrutaba de un crecimiento económico continuado y tenía los mejores servicios sanitarios y educativos del continente.

En la década siguiente, no obstante, la economía empezó a quebrarse, en parte por corrupción y en parte por el impacto de los planes de ajuste del Fondo Monetario Internacional.

Ante el incremento de las protestas y las huelgas, Mugabe optó por expropiar masivamente, en el año 2000, las grandes granjas propiedad de la minoría blanca, motor económico del país. Desde entonces, Zimbabue se hundió en un pozo que tocó fondo en el 2008, cuando miles de personas murieron por hambre y cólera.

"Corremos el riesgo de solo fijarnos en el fracaso de los últimos 10 años --escribía el zimbabuense Petina Gappah en el semanario Mail&Guardian -- y olvidar que la historia de Zimbabue es mucho más profunda y plagada de éxitos importantes".