¿Qué fue del joven Glucksmann, el maoísta que participó en el mayo del 68, el ideólogo que soñó con agitar Europa, desde Lisboa a Moscú? Quien acude a la entrevista en Murcia es un hombre con la mirada cansada y la mente aún muy ágil, capaz de eludir cualquier atolladero dialéctico. Quizá sea el miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias que mejor representa el conflicto bipolar del viejo continente, a medio camino entre el estado de derecho para sus miembros y el paternalismo explotador hacia el tercer mundo.

--¿Se parece en algo esta Europa a la que usted soñó?

--Europa está fatal. No tiene política exterior ni económica. No cree en ella misma y va camino de ser completamente dependiente de los productores de energía, de los árabes y los rusos. Europa lleva demasiado tiempo instalada en el dramatismo, el relativismo y esa atmósfera intelectual tan tonta en la que vivimos desde el final de la guerra fría.

--La historia reciente nos muestra que el intervencionismo solo se produce si hay interés económico por medio. ¿Por qué hay dictaduras sin petróleo, como Corea del Norte, donde no parece tan urgente intervenir?

--En política y en economía ha dominado la idea de que no existe el riesgo ni el mal. Se hablaba del fin de la historia, del fin del debate, del fin de los bloques, del fin de todo- Y en esa burbuja de posmodernidad se han permitido atroces genocidios en Bosnia, Chechenia y Ruanda. Occidente volvió la espalda sabiendo lo que pasaba, incluida la Iglesia. Fue el primer genocidio de cristianos contra cristianos y el Papa calló. El núcleo de los problemas que nos acechan es la idea de que el diablo ya no existe.

--Ni el diablo ni Dios.

--Dios no es importante. En la economía y en la política hay judíos, cristianos, musulmanes. Pero la crisis del mundo no es un problema de Dios, sino del diablo.

--¿Está hablando de una regeneración moral?

--No es cuestión moral, sino mental. Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía, dice que la raíz de la crisis ha sido dar créditos sabiendo que la gente no los puede devolver. En el ámbito político, tratamos a Putin como si fuera un demócrata, pensando que puedes confiar en él, sin ver el riesgo que supone su continua extorsión. Y si en el horizonte no hay riesgo, tampoco hay diablo.

--¿La próxima guerra mundial será por la energía, por el agua o por el hambre?

--La tercera guerra mundial se está produciendo ahora. En la mayoría de los lugares del mundo los niños, en vez de un libro cogen un Kalashnikov. El 11-S fue una declaración de guerra universal. Pero no se debe mezclar hambre con terror. Si tenemos que esperar a que termine la miseria mundial para combatir el terrorismo, habremos muerto todos. Son los pobres los que tienen que luchar contra el terror. El odio es conatural al ser humano. Nunca seré tan optimista como Rousseau, pero creo en la voluntad civilizadora, en la educación.

--Los inmigrantes que vienen a Europa recibieron educación, pero no futuro.

--Los próximos 30 años van a ser muy duros y tristes y no habrá soluciones fáciles. La gente sigue queriendo venir por el atraso de sus países, por la dictadura, por la corrupción, por las guerras, por el hambre... Van a seguir viniendo. Tendremos que elegir las personas que pasan y las que no, dependiendo de su preparación profesional. No queda otro remedio que ser selectivo. Los propios emigrantes que viven en España o Francia no estarían de acuerdo con abrir las fronteras a todo el mundo.

--También la inmigración provoca un silenciado genocido. El desierto y el mar se están llenando de muertos y, como en Ruanda, nadie hace nada.

--Tampoco ellos, como los banqueros, creen en el riesgo. Pero ese riesgo existe. Si cruzas el desierto andando o te embarcas en una patera, sabes que puedes morir.

--¿No son estas muertes un alimento para el odio hacia Occidente?

--La misión de un filósofo es hablar de lo que los demás no se atreven. Pero como todo el mundo habla del amor, y nadie se enfrenta cara a cara al odio, yo prefiero hablar de lo que nadie quiere ver. Del odio, de la guerra. Lo único que demuestran los atentados como el que ocurrió en Manhattan en el 2001 es que el planeta vive un doloroso proceso de occidentalización. Cuando ese proceso llega a lugares que no son occidentales, sus habitantes comienzan a hacerse preguntas que nunca se habían planteado y descubren que sus mayores no son capaces de responder. La aparición del nihilismo es el primer efecto de la occidentalización. Para Napoleón, Hitler, Putin, el terrorista es el enemigo del Estado. Para mí, esa es una opinión despótica. Definir a los primeros guerrilleros españoles como terroristas, la resistencia contra Hitler... Terrorista es el ser armado que deliberadamente amenaza, intimida o masacra a una población civil desarmada.

--¿Es entonces terrorista el Ejército de Estados Unidos?

--Aquí hay que fijarse en el término deliberado. En toda guerra caen inocentes inevitablemente. Pero la guerra de EEUU en Irak no tuvo como objetivo, de forma deliberada, la liquidación de la población.