La cumbre más ambiciosa de la ONU en sus 60 años de vida comienza hoy en Nueva York, con la asistencia de 170 presidentes y primeros ministros de todo el planeta. Sin embargo, esta representación de la élite política mundial, la mayor recibida hasta ahora en el palacio de cristal, sede de la organización, se limitará a poner su mejor cara ante la reforma pasada por agua que se aprobará, pues tras semanas de arduas negociaciones, anoche no habían logrado ningún acuerdo en los puntos más cruciales para adecuar la organización a los desafíos del siglo XXI.

El documento que cerrará los tres días de esta cumbre será "un texto político, más corto" que las 39 páginas del borrador discutido contrarreloj, o "una versión pasada por agua", auguró ayer el embajador alemán ante la ONU, Gunter Pleuger. "No será la revolución cultural que necesitan el gobierno y la gestión de las Naciones Unidas", opinó el nuevo embajador de EEUU, el polémico John Bolton, que ha planteado 750 enmiendas al texto de la declaración final de la cumbre, a la que asistirá el presidente de EEUU, George Bush, y algunos de sus protegidos, como el presidente iraquí, Jalal Talabani.

INCOMPRENSION CIUDADANA El punto muerto en el que se encontraban las maratonianas negociaciones de 33 países cuando los delegados ya estaban volando hacia Nueva York, empujó al secretario general, Kofi Annan, a hacer sonar la voz de alarma. "La gente de todo el mundo no comprenderá por qué no se emprenden acciones, después de todas las propuestas de reforma y la presentación de tantos documentos exhaustivos", advirtió.

Fue precisamente Annan quien presentó, el pasado marzo, una serie de propuestas concretas para reformar la organización fundada sobre las cenizas de la segunda guerra mundial, en 1945. Las recomendaciones del jefe de las Naciones Unidas fueron la base de las siete áreas de reforma actualmente en discusión, empezando por la sustitución de la Comisión de Derechos Humanos por un Consejo con más fuerza.

Además, se estudia establecer una Comisión de Construcción de la Paz que ayude a la reconstrucción posbélica, y cómo forzar a las naciones a protegerse contra el genocidio. Cortar el paso a la proliferación nuclear, impulsar el desarme, modernizar la gestión de la ONU y promover el desarrollo completan los ambiciosos objetivos de la reforma.

FALTA DE ACUERDO El aspecto más difícil de todos --modificar la estructura del Consejo de Seguridad-- fue, sin embargo, pospuesto hace un mes ante la falta total de acuerdo. "En áreas en las que no podemos ponernos de acuerdo, plantearemos principios generales y dejaremos el trabajo duro para después", explicó ayer el portavoz estadounidense, Richard Grenell. Su Gobierno ha bloqueado en concreto todo lo que tenga que ver con promesas de más ayuda a las naciones pobres, medidas para detener el calentamiento global del planeta o peticiones a las potencias nucleares para que desmantelen sus arsenales.