"La paz es posible". Con esta frase grandilocuente y la promesa de implicarse "activamente" para lograr "un Estado palestino que viva en paz junto a Israel", el presidente de EEUU, George Bush, cerró ayer la conferencia de Annápolis. Ahora está en manos del presidente palestino, Mahmud Abbás, y al primer ministro israelí, Ehud Olmert, llevar ese fin a buen puerto. Pero el escepticismo para lograr un pacto antes de final del 2008 es mayúsculo. "El plazo no es realista", reconoció el ministro israelí Avi Ditcher. Mucho peor es el regusto entre palestinos y árabes en general. La prensa árabe describe Annápolis como un fracaso y un teatro para lavar la imagen de EEUU e Israel. Rusia se ofreció a organizar en primavera otra cumbre.