Antonio Tajani (Roma, 1953) está curado de espantos después de vivir en primera línea, primero como eurodiputado del Partido Popular Europeo, luego como comisario y ahora en la presidencia de la Eurocámara, años muy difíciles para la Unión Europea (UE). A su juicio, tan cierto es que la tormenta sobre Europa escampa como que hay mucho por hacer. Sobre cataluña, también habla muy claro.

-El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dice que Europa ya ha pasado lo peor de las crisis de distinta índole que la han atenazado en los últimos años. ¿Cuál es su diagnóstico?

-Sí, pasó lo peor, pero esto no ha acabado. Las economías de muchos países crecen, pero no todas de la misma manera. Es importante no pararse, seguir adelante, con acciones que fomenten el crecimiento: inversiones en infraestructuras y, en un momento en que la fortaleza del euro complica las exportaciones, una buena política industrial, a favor de las pymes, de la economía real; medidas antidumping para defender sectores de la industria europea como la cerámica y el acero, controlar las inversiones que llegan de fuera de la UE...

-¿Y la crisis de la idea de Europa?

-Si había una crisis política y los populistas ganaban terreno era porque la situación económica era muy difícil. Saliendo de una crisis superamos también la otra. Los populistas pierden ahora elecciones en todos los países, en España, en Francia, en Holanda, en Austria, en Italia. El mensaje es muy claro: si respondemos bien a las preguntas de los ciudadanos, si hacemos las cosas bien, los populistas no ganan, porque no tienen otra estrategia que ir contra todo.

-Pero el ideal europeo sigue amenazado por muchos flancos: el ‘brexit’, los desencuentros con Polonia y Hungría, la gestión de la crisis de los refugiados...

-Siempre hay problemas, en todo el mundo. Los tienen EEUU, China, Rusia, y los tenemos nosotros. El terrorismo, la inmigración ilegal, el paro juvenil… y sí, el brexit es un problema, y hay problemas con algunos países miembros. Solo podremos darles buenas respuestas juntos, a nivel europeo.

-¿Cómo hay que afrontar el fenómeno de la inmigración?

-Necesitamos una estrategia europea a corto, medio y largo plazo. El acuerdo con Turquía funciona, y hay que trabajar con Libia. Aunque hará falta primero que los libios pacten entre ellos. No es fácil, ya lo sabemos, pero es importante. Y a largo plazo hay que afrontar un Plan Marshall para África, con grandes inversiones. Si no, en los próximos años vamos a ver como millones de africanos abandonan su continente para ser europeos.

-La Eurocámara y las demás instituciones europeas siguen topando con el poder de los estados. Usted hizo días atrás dos propuestas sobre terrorismo, la creación de una suerte de FBI europeo y un mayor control de los imanes, que no están en sus manos.

-Al terrorismo le vamos a ganar si estamos unidos, con más cooperación judicial, policial y de inteligencia. Ya existe Europol, que es un instrumento de coordinación de las policías, bajo el control de los parlamentos nacionales y de la Eurocámara. Se podría hacer lo mismo en inteligencia, un FBI europeo, reforzar la prevención. Se pueden hacer muchas cosas a nivel europeo.

-Pero para hacer más cosas, en este y en tantos otros temas, ¿no sería necesario que los estados cedieran más poderes a la Eurocámara?

-Deberíamos tener capacidad de iniciativa legislativa, como la tienen la Comisión Europea y los parlamentos nacionales. No pido más. Y nosotros, por nuestra parte, debemos hablar con los ciudadanos, acortar la distancia que hay entre las instituciones europeas y los ciudadanos.

-Días atrás, en una carta de respuesta a la eurodiputada de UPD Beatriz Becerra, usted expresaba su posición sobre la situación en Cataluña de forma bastante más explícita que la propia Comisión Europea.

-Dije lo que han dicho en los últimos años el presidente de la Comisión Romano Prodi, el presidente del Parlamento Martin Schulz, la comisaria Viviane Reding... Y no es una posición sobre Cataluña, es la posición general del Derecho europeo. Sería la misma en cualquier otro caso, en cualquier otro país de la Unión. La Constitución de un país es una ley fundamental que es parte del marco jurídico europeo. No se puede ir contra ella. Esas son las reglas. Y yo hablo solo de reglas, la relación entre Cataluña y el Estado español no es asunto mío ni del Parlamento Europeo, es un problema español. Esta ha sido siempre la posición del Parlamento. No tengo nada contra Cataluña, me gusta Cataluña, me gusta Barcelona. Incluso esta semana, después del desastre de la Juve, mi equipo (ríe). Pero el Derecho europeo es muy claro: si una parte de un país sale de ese país, sale también de la UE. Los catalanes son ciudadanos europeos porque son ciudadanos españoles, porque España es un país de la UE. Si abandonan España, dejan de serlo.

-Podrían entenderse en el futuro una hipotética Cataluña independiente y la Unión Europea?

-Me parece difícil que Cataluña vaya a convertirse en un país independiente. Pero en ese caso sería un país que quedaría fuera de la UE, y la relación debería empezar desde cero: Cataluña tendría que pedir negociar un acuerdo comercial, el acceso al mercado interior… Y entonces habría que ver cómo contestaría Europa. España incluida.

-¿Qué opina de la manifestación del pasado día 11 en Barcelona?

-Yo hablo de las normas que hay que respetar, pero en democracia se puede hablar de todo. Se puede estar a favor de la independencia de Cataluña, se puede reivindicar un acuerdo para lograrla, pero lo que no se puede es violentar la Constitución. Lo que no se puede hacer no se puede hacer. Por otra parte, también hay catalanes -y creo que son la mayoría- que piensan que Cataluña es parte de España y que sería un error abandonarla. No se puede no respetarles, no son catalanes de segunda. Esto es democracia, respetar la libertad de estar a favor o en contra de la independencia, pero en el marco de la ley.