Durante meses, las encuestas dijeron que la mayoría de estadounidenses dudaban sobre la reforma sanitaria. Solo un día después de que el Congreso le diera luz verde, los números dieron la vuelta y en el sondeo de Gallup publicado ayer el 49% define la reforma como algo bueno y cae al 40% el porcentaje de críticos. El 46% califica de bueno el trabajo de Obama y solo un 31% lo desaprueba.

No tienen tanta suerte los congresistas demócratas, cuyo papel en el proceso convence solo a un 32%, y peor parados salen los republicanos (34% de rechazo). Los republicanos, pese a todo, siguieron, ayer en el Senado, en su empeño de "rechazar y reemplazar" la ley. La animosidad alentada desde sus filas ha provocado casos de acoso. Las oficinas de dos congresistas demócratas han sido vandalizadas y en el teléfono de una se dejó un mensaje diciendo que se buscarían francotiradores para "matar a los niños de quienes votaron ". Un activista del Tea Party dio la dirección de la casa de un legislador y una conexión de gas a la vivienda apareció cortada. También Bart Stupak, que pactó con Obama el veto a los fondos federales para el aborto, ha recibido mensajes como "estás muerto".