Un héroe. Así es como ven los palestinos a Yasir Arafat después de que Israel decidiera el jueves por la noche deportarlo "en principio". Muchos israelís reconocen que la decisión del Gobierno de Ariel Sharon fue un "grave error", un "error de principiantes" --como lo definió un diplomático-- que únicamente ha conseguido reforzar la posición de Arafat tanto en Cisjordania y Gaza como en el ámbito internacional.

En la Mukata, su semidestruida residencia de Ramala, Arafat fue aclamado como un héroe por los centenares de palestinos que se congregaron para acompañarlo en la oración del mediodía. La oración se celebró en un edificio reconstruido que está junto a su residencia.

EL DELIRIO PALESTINO

Cuando Arafat, de 74 años, recorrió los 50 pasos que separan los dos edificios estalló el delirio. Protegido por un gran número de guardaespaldas, Arafat apenas sí pudo sonreír y hacer la "V" de la victoria con ambas manos. "Abu Amar (nombre con el que le conocen los palestinos) se queda aquí", gritó Arafat.

En la improvisada mezquita, el imán pronunció un sermón en el que pasó revista a la situación de los palestinos sin eludir las comparaciones con la vida del profeta Mahoma. Sus palabras más duras fueron para Sharon. "La causa palestina es justa y, por eso, sabemos que al final venceremos", sentenció el imán.

Como principal impulsor de la deportación de Arafat está el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, quien ayer volvió a la carga. Mofaz confía en que Washington acepte pronto la decisión del Gobierno hebreo. Pero el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, advirtió ayer a su colega israelí, Silvan Shalon, de que la Casa Blanca no permitirá el destierro ni la eliminación física de Arafat.

En Cisjordania y Gaza, y en los campos de refugiados de los países vecinos, tras la oración del mediodía se organizaron manifestaciones de apoyo a Arafat en las que participaron decenas de miles de personas.

La indignación era el común denominador. "Sharon es un criminal de guerra que no sólo quiere desestabilizar Oriente Próximo sino todo el mundo", comentó en Ramala Mustafá Barguzi, un conocido líder de Al Fatah. "Arafat es un líder que ha sido elegido democráticamente, y eso no se puede ignorar. Sin Arafat no habrá Gobierno palestino; solamente el caos", manifestó Mustafá Taleb, un funcionario de 33 años que se acercó con sus hijos a rezar en la Mukata. Siguiendo el mismo razonamiento, el primer ministro palestino designado, Abu Alá, ha suspendido sus contactos para formar un nuevo Gobierno como protesta por la decisión israelí.

Una vez acabada la oración en la mezquita de Al Aqsa, grupos de jóvenes arrojaron piedras desde la Explanada de las Mezquitas contra el Muro de las Lamentaciones, donde estaban rezando grupos de judíos. La intervención de la policía fue inmediata. Los agentes entraron en la explanada, dispararon balas de goma y usaron gases lacrimógenos. La última vez que se produjo una situación semejante fue hace casi tres años, cuando el entonces jefe de la oposición, Ariel Sharon, visitó la explanada con la protección de un gran número de policías fuertemente armados, un incidente que desencadenó la segunda Intifada.

CUATRO POLICIAS HERIDOS

Un portavoz de la policía, Gil Kleiman, dijo que "se restauró la calma" y fueron detenidos los dos "instigadores" principales. Cuatro policías resultaron "heridos leves". No hubo heridos entre los judíos ni entre los musulmanes. Ante la decisión de deportar a Arafat, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, las milicias de Al Fatah, advirtieron de que si se consuma la expulsión, golpearán a Israel "en todas partes". Desde la ruptura de la última tregua, el 19 de agosto, las brigadas apenas han llevado a cabo un puñado de atentados --ninguno suicida-- en Cisjordania.