El precedente más inmediato de cierre del Gobierno federal en EEUU se remonta a finales de 1995 y principios de 1996, cuando los republicanos forzaron en dos ocasiones --el primero, en noviembre, duró 5 días y el segundo, a finales de diciembre se alargó 21 días-- el cierre de la Administración de Bill Clinton por desacuerdos en los programas de equilibrio presupuestario. Entonces, la Oficina de Presupuestos (OMB en sus siglas en inglés) tuvo la papeleta de decidir qué servicios públicos eran necesarios, y por tanto debían salvarse del cierre, y cuáles no lo eran y se podían eliminar.

Esta tesitura dio pie a que se vivieran situaciones paradójicas, como explica la entonces directora de la OMB Alice Rivlin en una entrevista publicada por The Washington Post. "La principal cuestión para afrontar el cierre fue decidir lo que era esencial y lo que no. Y no es una cosa tan obvia", ha subrayado Rivlin, actualmento miembro de la Brookings Institution. Así, Rivlin recuerda que se salvaron del cierre el árbol de Navidad que tradicionalmente se coloca en los jardines de la Casa Blanca y los animales de laboratorio de los institutos sanitarios del país.

Respecto al árbol, Rivlin cuenta que a ella le pareció claro que el árbol de Navidad no era una cosa esencial y se podía prescindir de ese gasto. "Empecé a recibir llamadas, no de gente quejándose, sino de gente que ofrecía su ayuda para mantener el árbol. Al final tuvimos árbol con coste cero para el Gobierno", señala. Los benefactores fueron empresas del sector privado: Pepco pagó la factura de electricidad y empresas de seguridad se hicieron cargo del coste de las labores de vigilancia.

Investigadores no esenciales

En los hospitales, la Oficina de Presupuesto tuvo claro que los pacientes eran esenciales y decidió que los investigadores no lo eran. Así que estos, como otros funcionarios, tuvieron que irse a casa. Paradójicamente, sí se acordó que eran esenciales los ratones y otros animales de laboratorio que los científicos en baja forzosa utilizaban para sus investigaciones. "No puedes dejar que los animales de los laboratorios mueran de hambre. Así que se decidió que los técnicos que cuidaban a los animales eran esenciales y los investigadores, no", relata Rivlin, que apuesta a que el personal de Barack Obama a buen seguro "está desempolvando" los documentos que ella dejó explicando cómo había gestionado el cierre.