Un oficio religioso y otro de corte militar pusieron fin ayer al ritual de entronización de Alberto de Mónaco, que ha tomado las riendas del principado tras el largo mandato de su padre, el príncipe Rainiero. Su familia, las principales autoridades del país y 16 delegaciones extranjeras arroparon a Alberto II, quien el pasado 26 de octubre, entrevistado por el periodista Larry King de la CNN, reconocía, con gran ingenuidad: "Cuando alguien habla del jefe del Estado o del príncipe soberano, miro a mi alrededor como si se tratara de otra persona. Es muy extraño, pero he aceptado esta función e intento salir airoso de la mejor manera posible".

Una pregunta está en la mente de los monegascos: "¿Estará Alberto a la altura de su padre?". Los monegascos son apenas 7.500 de los 30.000 residentes en este país pequeño (2,5 kilómetros), aunque próspero. Las condiciones de los habitantes son casi idílicas. El paro casi no existe, la seguridad de los bienes y de las personas está garantizada por una policía omnipresente. Las plagas de la sociedad actual, sida y drogas, se desconocen y, además, el Estado goza de un prestigio que debe mucho a la mediatización de la familia principesca.

Orgullo nacional

Ser monegasco es un orgullo que se ve reforzado por acontecimientos internacionales como el Gran Premio de Fórmula 1, el Open de tenis y el baile de la Cruz Roja. Un orgullo que roza a veces la arrogancia frente a colegas de trabajo, vecinos o socios no monegascos, aquellos a los que se llama " les enfants du pays los hijos del país ".

El problema es que el principado es en realidad una gran empresa que hay que administrar como tal, y que Alberto difícilmente podrá hacerlo mejor que su padre, el príncipe Rainiero. La tarea "será dura porque la empresa Mónaco tiene un tren de vida elevado y la crisis acecha", dice un empresario.

"Quiero colocar la moral, la honestidad y la ética en el centro de las preocupaciones de mi Gobierno, de sus consejeros y de todos los responsables del principado", declaró Alberto II tras la muerte de su padre. La limpieza ha comenzado y los signos son claros.

El nuevo jefe del Estado ha elegido cuidadosamente a los miembros de su equipo. Su jefe de gabinete, Jean-Luc Allavena, es un amigo y estaba al frente del grupo Lagard¨re Média. El abogado Thierry Lacoste ocupa un lugar privilegiado y, a su lado, está otro amigo, André Saint-Mleux, reputado financiero. Sus hermanas Carolina y Estefanía también tendrán un papel: la mayor en Cultura y la pequeña, en causas humanitarias.

Pero el enemigo está dentro y no se rinde. Los "antiguos", como se les llama a los oligarcas que llegaron al poder con el padre, no están dispuestos a abandonarlo, a pesar de que Rainiero comenzó la limpieza en el Consejo Nacional.

Aún en vida de Rainiero, el Consejo Nacional lanzó una ofensiva contra Michel Boeri, de 66 años, presidente del Real Automóvil Club de Mónaco (ACM) y, por lo tanto, organizador del Gran Premio de Fórmula 1 y del Rally de Montecarlo. La nueva mayoría pidió al Gobierno explicaciones sobre cómo usó el ACM la subvención de entre 8 y 11 millones de euros (entre 1.300 y 1.800 millones de pesetas) que recibe del Estado.

Un intento de descrédito

También se interesó por la gestión de los recursos publicitarios del circuito (unos 5 millones de euros) que administra sin licitación Max Poggi, antiguo amigo de Boeri. Por su parte, los "antiguos" han iniciado una guerra psicológica destinada a desacreditar a Alberto.

En esta coyuntura, el príncipe Alberto parece instalarse en una posición de árbitro entre los dos campos y en el ejercicio de sus dos papeles: empresario y estadista. En esta prerrogativa hay que situar otro conflicto que enfrenta también a dos clanes en el seno de las fuerzas de seguridad: la misión de llevar adelante la operación Manos Limpias sobre el blanqueo de dinero que lanzó el padre.

En este punto, el príncipe Rainiero ya eligió, antes de morir, como ministro de Estado (el equivalente a ministro de Interior) a Jean-Paul Proust, antiguo prefecto de policía de París y exdirector de gabinete de Jean-Pierre Chévén¨ment en Interior. Proust es también el consejero del soberano al poner orden en el sistema bancario y fiscal.

Con el fin de luchar contra el blanqueo de dinero, Mónaco y París han firmado un acuerdo de colaboración judicial y de reforma del sistema bancario bajo los auspicios del banco de Francia. "En materia financiera, el principado debe adaptarse a las normas de la UE", dice el acuerdo. Para compensar, París autoriza al príncipe a nombrar un Gobierno totalmente monegasco, incluido el ministro de Estado, que hasta ahora debía ser francés.

El problema es que los acuerdos firmados con Francia se aplicarán sólo a los franceses, a los monegascos y a los extranjeros que tengan relación con los dos países. Pero persisten prácticas ilegales en otros países que son habituales en Mónaco donde, por ejemplo, la ley autoriza a los monegascos a acumular siete puestos en diferentes consejos de administración retribuidos generosamente.

Distribución de salarios

Otra práctica gratificante para los monegascos es la de prestar su nombre para cualquier tipo de negocio prohibido para los no nacionales, con comisiones del orden del 5% al 6% sobre los ingresos del dinero invertido y del 1% sobre el capital.

Todo esto no hace más que reforzar las hostilidades entre "antiguos" y "modernos". Los primeros se quejan de la aceleración de las reformas que califican de "socio-políticas" y advierten del riesgo de "desestabilizar el Estado". También sospechan de que los "modernos" intentan instalar una monarquía parlamentaria.

Lo más curioso es que fue el propio Rainiero quien lo arregló todo para que, "llegado el momento, Alberto pudiera navegar, al menos durante un tiempo, en aguas tranquilas", comenta un hotelero. Rainiero se ocupó de favorecer las elecciones del 2003 y de la llegada de una nueva mayoría más joven e incluso reformista.

Renovarse o morir es la nueva divisa para el principado. Modernizar el mito es lo que persiguen los responsables del sector turístico, que representa el 15% de la economía. Los hoteles tienen un índice de ocupación del 60% al 62% de media, y la crisis acecha. Por eso, hace 5 años se creó el Grimaldi Forum. Actividades de ocio y cultura forman un paquete que en el primer semestre del 2005 supuso una cifra de negocios del 7,5%.