Argel amaneció ayer bajo un cielo gris que acompañaba la desolación de muchos habitantes, que o bien enterraban a sus muertos, o bien visitaban hospitales, o bien trabajaban en el desescombro de los edificios destruidos por los atentados del martes. El ministro argelino de Exteriores, Murad Medelci, quiso extirpar de raíz los temores de los ciudadanos y descartó ante los micrófonos de la emisora francesa Europe 1 un regreso a los años de plomo que padeció el país durante los 90, en los que murieron más de 150.000 personas durante la oscura guerra civil larvada entre las fuerzas de seguridad y la guerrilla islamista.

Los equipos de rescate lograron hallar a seis personas vivas enterradas bajo los escombros de las sedes de Naciones Unidas y el Consejo Constitucional. Numerosas calles permanecían cerradas, mientras las brigadas de emergencias trabajaban sin descanso. Los habituales controles de policía eran muy rigurosos, y el tráfico escaso.

INSOPORTABLES ESCENAS Los periódicos argelinos equiparaban lo vivido el martes con las "insoportables escenas de los informativos sobre Bagdad, con cuerpos destrozados, sonidos de sirenas y gentes huyendo desorientadas y despavoridas". En sus análisis, la prensa argelina denunció fallos en la política de seguridad del país y exigió medidas "ante la nueva generación de terroristas".