El carro de combate del frente belicista avanza inexorable aplastando la razón y el grito de la opinión pública mundial. Los cuatro jinetes del Apocalipsis --EEUU, Gran Bretaña, Italia y España-- redactan la última resolución que intentará revestir de cobertura legal una guerra desproporcionada, injustificada y ejemplo del doble rasero en las relaciones internacionales. Bush y sus halcones de extrema derecha hace ya tiempo que decidieron atacar Irak y no habrá diplomacia ni veto que los pare. El razonamiento es sencillo: si Sadam no acepta a los inspectores, es que esconde algo; si los acepta y no encuentran nada, es que no colabora; si se le ordena destruir los misiles, antes de hacerlo, la Casa Blanca responde ya que no es suficiente. Y así hasta la guerra.Pero la maquinaria propagandística no puede contrarrestar el principal argumento pacifista: nadie ha demostrado que el daño que causará la guerra sea menor que el que se pretende evitar.