Antes de partir hacia su finca Shikmim , cerca de Gaza, y empezar sus vacaciones, Ariel Sharon quiso dejar claro ayer que sigue adelante con su plan unilateral de retirarse de Gaza y que seguirá negociando para que los laboristas, principal grupo de la oposición, formen parte del Gobierno de coalición. Esta decisión del primer ministro israelí supone un desafío a su partido, el Likud, que el miércoles le infligió una humillante derrota cuando el 58% de los miembros del comité central votaron en contra de que la formación de Shimon Peres entre en el Ejecutivo, en minoría desde junio.

"Sharon intentará construir un Gobierno de coalición estable", declaró ayer un portavoz del primer ministro. Según el ala dura del derechista Likud, que rechaza esa alianza, pactar con los laboristas llevaría a la creación de un Estado palestino con capital en Jerusalén Oriental.

Mientras tanto, en Ramala, Yasir Arafat se mostraba reticente a firmar un decreto con las reformas para acabar con el nepotismo. La exigencia se la plantearon los 14 diputados palestinos encargados de estudiar esos cambios.