Las armas que se utilizaron como argumento para justificar la guerra de Irak no aparecen. En cambio, han aflorado informaciones que ponen en duda la credibilidad de las pruebas de EEUU y el Reino Unido sobre el arsenal iraquí.

El 28 de enero, durante el discurso sobre el estado de la Unión, el presidente de EEUU, George Bush, citó un documento del espionaje británico para asegurar que Sadam Husein había intentado comprar uranio en Níger. Este hecho probaba, según el presidente, que el dictador iraquí estaba "reorganizando" su programa de armas nucleares, uno de los argumentos utilizados para justificar la posterior intervención militar. Un alto cargo de la Casa Blanca fue el responsable de incluir esta referencia en el discurso presidencial.

INFORMACION IMPRECISA

Sólo cinco meses más tarde, el 6 de julio, la Casa Blanca se vio obligada a reconocer que el presidente se había equivocado ya que su aseveración se había basado en información imprecisa, lograda por la Embajada de EEUU en Roma de una empresa "privada".

La rectificación de la Administración estadounidense la forzó un artículo de Joseph Wilson, exembajador de EEUU en Gabón y enviado de la Administración de Bush para investigar la compra de uranio, publicado ese mismo día por The New York Times . Wilson aseguraba que no había ninguna relación entre Irak y el uranio nigeriano.

Pero incluso antes de la guerra, el director de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU, Mohamed el Baradei, había rechazado el informe británico tras llevar a cabo una investigación y hablar con los Gobiernos de Irak y Níger. El Baradei concluyó que los informes no eran "auténticos".

El 24 de septiembre del 2002, el primer ministro británico, Tony Blair, presentó un informe de sus servicios secretos ante el Parlamento del Reino Unido. Según el documento, Irak podía "desplegar armas biológicas" en sólo "45 minutos".

El 29 de junio del 2003, un miembro del espionaje británico acusó a Blair de haber "transformado" el informe una semana antes de su publicación, ya que la afirmación del premier de que Irak podía utilizar sus armas en 45 minutos no figuraba en el borrador original "porque no era fiable".

Todas las conclusiones sobre la capacidad militar de Sadam procedían de, al menos, dos fuentes, excepto esta última que provenía de una sola fuente que el espionaje consideró errónea, aseguró el agente. A partir de ahí, Blair se vio sometido al acoso de la prensa, del Parlamento y de su propio partido. El premier quedó exento del oprobio de la mentira al ser exculpado por una comisión parlamentaria que abrió una investigación para aclarar los hechos. De lo que no se libró es de la severa reprimenda de la comisión, que le recriminó haber puesto un énfasis exagerado en algunos de los puntos del informe y por haber copiado datos de la tesis de un estudiante universitario en enero.

FALSOS LABORATORIOS

El 5 de febrero del 2003, el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell presentó ante la ONU las pruebas "irrefutables e innegables" de que Irak había montado un sistema para esconder en trenes y camiones laboratorios móviles capaces de producir armas biológicas. A finales de mayo, la CIA informó de que las tropas de EEUU habían encontrado en Irak dos de esos camiones. Un científico británico, del grupo de expertos que analizó uno de los vehículos aseguró que los camiones servían para producir hidrógeno, "exactamente lo que habían dicho los iraquís".

En este enredo sobre las pruebas del arsenal iraquí no siempre se puede hablar de mentiras, aunque sí de medias verdades, inexactitudes y contradicciones.

MAÑANA: Las mentiras de la guerra de Irak. El caso de España