El empresario Lázaro Báez construyó el mausoleo donde descansan los restos de Néstor Kirchner y, para los enemigos jurados del extinto presidente, ha sido su socio y hasta testaferro. El cambio de signo político lo enfrenta a tormentas inesperadas. Báez fue detenido por orden del juez federal Sebastián Casanello en el marco de una resonante causa por lavado de dinero. El contador que se convirtió en multimillonario pasó la noche en una celda. Casanello decidió interrogarlo después de que se conociera un vídeo que muestra a Martín Báez, hijo del empresario, y otras personas, contando miles y miles de dólares y euros en una financiera a la que se conoce como “La Rosadita”, diminutivo de “La Casa Rosada”, la sede del Poder Ejecutivo. De acuerdo con el diario 'La Nación', que durante la era kirchnerista tuvo un fuerte tono opositor, la “Rosadita” y Báez serían claves para arrojar luz sobre “la ruta del dinero K”.

El ascenso de Báez -un hombre de habla rústica y bajo perfil- ha sido de película. A principios de los años noventa era un oscuro contador del Banco de Santa Cruz. Cuando Néstor Kirchner comenzó a manejar esa provincia patagónica, devino en un poderoso empresario. Su firma, Austral Construcciones, se convirtió en una gran contratista del Estado, primero provincial y luego nacional, cuando Kirchner alcanzó la presidencia. Los medios de prensa argentinos calculan que en todos estos años Báez acumuló cifras siderales. Se habla de más de 700 millones de dólares y la adquisición de 263.000 hectáreas. La relación entre Báez y los Kirchner se habría deteriorado en los últimos meses.

Los aliados del Gobierno del presidente Mauricio Macri celebraron su arresto. “Báez es Kirchner. La sociedad de negocios y los retornos están comprobados. Los negocios ilegales de Lázaro Báez terminan en la familia Kirchner”, aseguró la diputada Margarita Stolbizer. “Cuando cae el poder cae la impunidad. Ahora hay voluntad política para que esto no suceda más”, dijo la legisladora de centro derecha, Elisa Carrió. El caso Báez estalla a una semana de que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner se presente ante los tribunales en el marco de una causa por presunta “defraudación a la administración pública”.

LOS PAPELES DE PANAMA

Los medios le dieron un enorme despliegue al arresto del empresario. La relación de Macri con los “Panamá Papers” quedó completamente relegada. Lo mismo que los efectos corrosivos del tarifazo. “El presidente no tiene cuentas ni activos no declarados en Panamá ni en ningún otro lugar”, dijo su jefe de ministros, Marcos Peña. El kircherismo ha encontrado una razón para endurecer su ataque. Según documentos filtrados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), el presidente integró junto con su padre Franco y su hermano Mariano el directorio de la sociedad offshore Fleg Trading Ltd, registrada en las islas Bahamas entre 1998 y 2009. Esa relación nunca fue blanqueada en sus declaraciones juradas desde que asumió la jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, en 2007. “Fue una operación legal”, dijo Macri. El mandatario dijo que la firma se constituyó para invertir en Brasil, pero el emprendimiento no se realizó. “Hay otros que usan paraísos fiscales para esconder dinero logrado de forma malhabida”.

Cuando parecía darse por terminado el tema, se conoció que había otra empresa, Kagemusha SA, en la que el Macri figura como vicepresidente y su padre, Franco, como titular. La firma no apareció en los documentos del ICIJ sino en el Registro Público de Panamá. Según las explicaciones oficiales, los Macri aún figurarían en los papeles de la firma, que sigue vigente, porque los nuevos dueños “no deben haber hecho el cambio accionario”. Franco Macri, dueño de una de las mayores fortunas de Argentina, y de un muy bajo perfil mediático en los últimos meses, aseguró que “la sociedad registrada en jurisdicción de Bahamas era de mi propiedad y fue debidamente declarada ante las autoridades competentes”. No hizo ninguna referencia a Kagemusha, cuyo nombre remite a un filme de 1980 del director japonés Akira Kurosawa, y se traduce como “guerrero sombra”.