Un grupo de militares filipinos compuesto por una sesentena de soldados y diez oficiales desertó ayer. El hecho fue interpretado como un intento de golpe de Estado, ya que los militares sublevados podrían estar bajo las órdenes del senador Gregorio Honasan, quien durante el mandato de la expresidenta Corazón Aquino (1986-1992) intentó varias veces, sin éxito, derribar al Gobierno filipino.

Los militares rebeldes abandonaron sus puestos llevándose sus armas, lo que motivo una orden de detención inmediata. La presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, afirmó en Manila tras una reunión de urgencia con su Gabinete que los desertores "son fugitivos perseguidos por la justicia militar". El ministro filipino de Defensa, Angelo Reyes, pidió a la población calma y aseguró que los rumores de golpe militar carecen de fundamento.