A pesar de las críticas y de las peticiones de dimisión, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, lejos de rectificar, se ratificó ayer en sus comentarios a favor de la aceptación de ciertos aspectos de la ley islámica en el Reino Unido. En la apertura del sínodo general en Londres, el jefe de la Iglesia anglicana defendió su derecho, en su condición de líder de la comunidad religiosa dominante en el país, a hablar de las preocupaciones de otros colectivos minoritarios.

El arzobispo Williams afirmó que sus comentarios sobre la sharia se han sacado de contexto, pero asumió que con sus palabras puede haber causado un malentendido. Intelectual liberal, detestado por ciertos sectores de la derecha, el prelado explicó que algunas cosas que se le han atribuido "distan mucho de lo realmente dicho", pero aceptó la responsabilidad de "toda imprecisión" cuando habló el jueves de un posible papel de la sharia en la vida legal británica.

Su sugerencia de que los musulmanes puedan elegir un tribunal islámico para resolver algunos asuntos civiles ha causado una tempestad en el país. Algunos diarios le han nombrado "el hombre más peligroso del país" y han pedido su dimisión.