La "impaciencia y malestar del pueblo" cubano se reflejaron ayer con claridad en la voz respetada y conciliadora del arzobispo de La Habana. El cardenal Jaime Ortega aseguró que la isla sufre la peor crisis de los últimos años y que hay "una especie de consenso nacional" que apremia a "que se hagan los cambios necesarios". Y al mismo tiempo que reiteró la petición de libertad para los presos políticos, el jefe de la Iglesia católica en Cuba reclamó a EEUU la apertura del diálogo como "primer paso necesario para romper el círculo crítico" de tensiones.

Arzobispo de la capital cubana desde 1981 y cardenal desde 1994, Jaime Ortega se impuso en la jerarquía católica de la isla, y parte del Vaticano, para lograr una mejora en las relaciones entre la Iglesia y el régimen castrista tras los años de conflicto que siguieron al triunfo de la revolución en 1959. Ayer, su radiografía de la "situación muy difícil", su reparto de críticas y su llamamiento "a la cordura y a la sensatez para que se pacifiquen los ánimos" hallaron eco por doquier. Y era una entrevista publicada dentro de Cuba, aunque fuera en la revista mensual católica Palabra Nueva.

DEFENSA El cardenal Ortega pidió sobre todo "diálogo y entendimiento", como ya lo hizo junto a todos los obispos cubanos el pasado 25 de febrero, tras la muerte del preso Orlando Zapata en una huelga de hambre. "Esta disposición conciliadora, aunque parezca mostrarse infructuosa, es la misma", añadió, para el opositor Guillermo Fariñas, también en ayuno total desde aquel día y en terapia intensiva desde hace 40 días: "Que abandone la huelga de hambre".

Ortega deploró todo lo ocurrido desde entonces. Los "penosos vergonzosos actos de repudio" contra las Damas de Blanco, que se manifestaron durante una semana en demanda de la libertad de sus familiares presos y fueron rodeadas por una "intolerancia verbal y aun física que no debe quedar en la historia". Pero también la "violencia mediática" internacional. Al decir del cardenal, la muerte de Zapata desató una "guerra verbal de los medios de comunicación de EEUU, España y otros", que ayuda a "exacerbar aún más la crisis".

"No es el momento de atizar pasiones", recalcó Ortega. A los "propósitos políticos de desestabilización de un lado" --opinó--, el Gobierno responde con el "consecuente atrincheramiento defensivo". El arzobispo de La Habana señaló los graves daños colaterales: "En medio de ese fuego cruzado, resulta afectado el pueblo, cansado y deseoso de un presente y un futuro más serenos y prósperos".

LOS HURACANES Y EL BLOQUEO Ese sufrido pueblo es también el que, al decir de Jaime Ortega, quiere "que se hagan en Cuba todos los cambios necesarios con prontitud para remediar esta situación". Según el cardenal, "esta opinión alcanza una especie de consenso nacional y su aplazamiento produce impaciencia y malestar en el pueblo". Un aviso de que se está tocando fondo: "Nuestro país se encuentra en una situación muy difícil, seguramente la más difícil que hemos vivido en este siglo XXI".

Ortega achacó la dura realidad económica y social que vive hoy la isla a la crisis financiera global, a los tres huracanes que azotaron Cuba en el 2008 y al "ya semicentenario bloqueo por parte de EEUU". Causas que unidas "a las perennes dificultades económicas provenientes de las limitaciones del tipo de socialismo practicado aquí, configuran un panorama a veces sombrío".

El cardenal pidió que Estados Unidos dé el primer paso y recordó que "en su campaña presidencial, Barack Obama indicó que buscaría hablar directamente con Cuba", pero "ha repetido el viejo esquema de gobiernos anteriores".