Pese a la demanda de alto el fuego del Consejo de Seguridad de la ONU del sábado, el régimen sirio de Bashar el Asad continuó ayer bombardeando la región de Guta este. Asad, además, empezó la ofensiva terrestre para conquistar definitivamente Guta, en manos rebeldes desde el inicio de la revolución en el 2011.

Según medios favorables a Damasco, las milicias leales al presidente se habrían adentrado casi dos kilómetros en la zona sudeste de Guta, donde se halla la milicia opositora salafista Jaish al Islam. Este grupo, sin embargo, aseguraba haber repelido el ataque y que 70 soldados de Asad habían muerto en los combates.

El Observatorio Sirio por los Derechos Humanos (OSDH) informó de que los bombardeos de ayer fueron algo más leves que los de los días anteriores. Aun así, fuentes desde el interior de Guta informaron de 22 muertos. En la última semana, 520 civiles han perdido la vida bajo las bombas de Asad y Rusia.

Ambos, sin embargo, lo niegan: aseguran que no atacan a civiles sino a milicianos y yihadistas de Hayat Tahrir al Sham (la filial de Al Qaeda en Siria). Los civiles, las oenegés en Guta y la comunidad internacional afirman lo contrario.

Aunque pueda parecerlo, Asad no está rompiendo el alto el fuego. El texto aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyo lenguaje fue rebajado por Rusia, no establece una fecha concreta para el fin de los combates. Pide que se haga «sin dilación». Una versión anterior del texto, vetada por Moscú, proponía un plazo de 72 horas. De hecho, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la cancillera alemana, Angela Merkel, llamaron ayer al líder ruso, Vladímir Putin, para que presione a Asad y cumpla el alto el fuego.

La resolución de la ONU, además, estipula que, en el pacto de alto el fuego, están incluidas todas las milicias opositoras menos el Estado Islámico, Al Qaeda y «otros grupos terroristas y sus afines». Es precisamente en estas palabras en las que las fuerzas leales a Asad se escudan. En Guta, dicen, solo luchan contra Al Qaeda: no habrá alto el fuego.

«Irán y Damasco nos sumamos al pacto de la ONU. Pero la zona [Guta] está controlada por terroristas. Las operaciones continuarán», informó ayer el máximo jefe militar iraní, Mohammad Baqeri. Irán es, junto con Rusia, la mejor aliada de Asad.

La situación en Guta es desesperada. Además de los 519 civiles muertos -120 de los cuales son niños-, esta semana se ha cobrado más de 2.500 heridos. Y como la región está sitiada y cerrada desde el 2013, estos no pueden recibir ni tratamiento, ni alimentos, ni ser evacuados. Fuentes de Médicos Sin Fronteras, cuyos 13 hospitales en Guta han sido bombardeados por Asad, aseguran que muchos heridos acaban muriendo.

OPERACIONES EN EL NORTE / Desde el 1 de enero de este año, cuando empezó esta ofensiva para tomar Guta, la cifra de civiles muertos llega ya a 1.200. Mientras, en el norte del país, las operaciones militares también han seguido. Desde hace un mes, Turquía lleva a cabo una operación militar en el cantón de Afrín contra las milicias kurdosirias de las YPG. Pese al alto el fuego de Nueva York, los combates, allí, tampoco han parado.