El grupo armado que el pasado sábado perpetró el espectacular asalto a la comisaría de policía de Faluya disponía de cómplices dentro de la misma sede policial, según reveló ayer el general norteamericano Mark Kimmitt, director adjunto de operaciones y portavoz de las fuerzas ocupantes. En el enfrentamiento murieron 27 personas (22 policías, cuatro asaltantes y un civil).

"Alguien había cortado la línea de comunicaciones entre la comisaría y el cuartel del Cuerpo de Defensa Civil Iraquí (ICDC), de forma que los policías no pudieran solicitar ayuda", explicó el militar. El portavoz estadounidense reconoció que "siempre existe un riesgo" de que las nuevas fuerzas de seguridad iraquís, en proceso de formación, sean infiltradas por grupos terroristas o por los partidarios del derrocado régimen de Sadam Hussein. "Tenemos un sistema de control muy riguroso, pero no es infalible", afirmó.

MIEMBROS DEL EJERCITO Kimmitt se declaró convencido de que el ataque no fue perpetrado por grupos islamistas, como ocurre con los atentados suicidas, sino "por elementos del antiguo régimen, entre los que se encuentran sin duda antiguos miembros del Ejército".

Faluya, en pleno triángulo suní, siempre fue uno de los núcleos de apoyo a Sadam y ahora es un bastión de los insurgentes. Precisamente ayer, un grupo autodenominado los Mujaidines de Faluya distribuyó pasquines por esa población en los que aseguraba no haber tenido nada que ver con el asalto del sábado.

La jornada de ayer no estuvo exenta de violencia. Dos niños perdieron la vida al estallar un artefacto cerca de una escuela, al noroeste de Bagdad. Horas antes, dos soldados de EEUU murieron y cinco resultaron heridos en dos ataques de la resistencia.