Aproximadamente a las cinco de la madrugada (hora local), ocho milicianos palestinos se infiltraron en Israel desde Gaza, por un túnel subterráneo de unos 300 metros adyacente al paso fronterizo de Kerem Shalom. Armados con misiles antitanque y granadas de mano, los milicianos se dividieron en tres grupos, cada uno de los cuales tenía un objetivo. Las tres células se volvieron a reunir para regresar a Gaza. Fue un ataque perfectamente coordinado que pilló por sorpresa a los israelís.