La insurgencia islamista de Somalia vinculada a Al Qaeda asestó ayer un golpe certero a la credibilidad de la misión militar de la Unión Africana y a la capacidad del Gobierno de Transición somalí auspiciado por Occidente de enderezar la situación en ese estado fallido del Cuerno de Africa. Insurgentes pertenecientes a la milicia de Al Shabaab irrumpieron ayer en el hotel Al Muna de Mogadischo, la capital, y abrieron fuego contra los huéspedes que allí se encontraban, antes de hacer estallar las cargas explosivas que portaban asidas al cuerpo. Al menos 36 personas perdieron la vida en el asalto, incluyendo a seis diputados del Parlamento.

El asalto sucedió con gran rapidez y sin que las fuerzas internacionales africanas o las gubernamentales tuvieran tiempo de reaccionar e impedir la acción armada. Los atacantes comenzaron a disparar, matando "al instante a seis parlamentarios y a cinco oficiales de alto rango del Ejército, además de a la gran mayoría de las personas que estaban en el restaurante", explicó un testigo. Acto seguido, los rebeldes se dirigieron hacia otras estancias del hotel en busca de funcionarios o parlamentarios, mientras el recepcionista, libre de amenaza, iba a pedir ayuda a las fuerzas gubernamentales.

Finalmente, el Ejército somalí llegó, bloqueó las calles colindantes y acordonó el hotel, lo que provocó que se iniciara un fuego cruzado. En cuanto se les acabó la munición, los insurgentes detonaron las cargas que llevaban asidas al cuerpo.

Al Shabaab no tardó en atribuirse la autoría del asalto, que justificó como parte de la guerra declarada por los rebeldes islamistas al Estado de Somalia. La espectacular acción sucede apenas semanas después de que 74 personas perecieran en Kampala, la capital de Uganda, en dos atentados suicidas.