La tensión se disparó ayer en Oaxaca tras el asesinato, el miércoles por la noche, de un maestro al término de una reunión de profesores huelguistas y sindicalistas, lo que elevó a 10 el número de víctimas del conflicto que vive la turística ciudad colonial mexicana. El Senado dictaminó, entretanto, que no hay desaparición de poderes en ese estado y no procede, pues, la destitución del gobernador, Ulises Ruiz.

Patrimonio de la Humanidad, esta ciudad está tomada desde hace casi cinco meses por los maestros en huelga y unas 350 organizaciones sociales, agrupados en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El portavoz de este organismo, Florentino López, señaló: "Estamos en alerta máxima, porque está subiendo el tono de la agresión en contra del movimiento".

DISPAROS A QUEMARROPA El maestro Pánfilo Hernández, uno de los 50.000 maestros --de un total de 70.000-- que está en huelga desde mayo, murió en el hospital tras recibir tres disparos a quemarropa de varios sujetos. López acusó a la policía de estar "detrás del ataque".

Los insurgentes capturaron a un policía, le vendaron los ojos y lo ataron en el kiosco de la plaza, donde suelen llevar a otros detenidos, a los que les escriben en el pecho sus delitos: "rata", por ratero; "violador", "asaltante". Esta es la única y peculiar aplicación de la ley en esta ciudad sumida en el caos.

El asesinato encrespó aún más los ánimos de los millares de huelguistas acampados en las plazas y calles, que reforzaron las 3.000 barricadas nocturnas y trataron de cortar los accesos a la capital estatal, en medio de insistentes versiones de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) organizaba grupos de choque para intentar disolver el plantón en el centro histórico.

DIALOGO INFRUCTUOSO Mientras distintos grupos se hacían con machetes para preparar la defensa, otros, con palos y tubos, desalojaron las nuevas dependencias oficiales --al grito de nadie trabaja hasta que se vaya Ulises de Oaxaca --, para mostrar la ingobernabilidad en la que ha caído el estado desde que, a mediados de junio, el gobernador intentó un golpe de fuerza que solo logró radicalizar el conflicto gremial, extender la protesta y poner en juego su cabeza.

Nadie quiere hacerse cargo de la papa caliente de Oaxaca, mientras el presidente, Vicente Fox, asegura que todo se resolverá por la vía del diálogo --hasta ahora infructuoso-- "antes del 1 de diciembre", cuando pasará la banda presidencial al electo Felipe Calderón. El Senado acabó por descartar el decreto de desaparición de poderes y, con apoyo del gobernante Partido Acción Nacional (PAN), el PRI cerró filas en torno a su gobernador, que se resiste a pedir la licencia temporal para acabar con el conflicto. Si la revuelta logra echar a Ruiz, esgrime el PRI, también pudiera a llegar a caer Calderón.

Pero es la APPO la que mantiene el control de Oaxaca, mientras el Gobierno estatal tiene que usar hangares, hoteles y oficinas alquiladas para simular que Ruiz sigue en el poder.