Ni dudas sobre su legalidad ni críticas a su realización tras no lograr su objetivo. El fallido intento de "decapitar" a Sadam Husein, a modo de obertura wagneriana de la guerra contra Irak, sólo cosechó apoyos en los medios políticos y jurídicos de EEUU, que ni por asomo lo consideraron un intento de magnicidio. Todos se ampararon en que el estado de guerra suspende la prohibición de llevar a cabo asesinatos, a que está sujeto el Gobierno norteamericano.

"Si estás en guerra contra otro estado y si sus líderes están dirigiendo las acciones militares, está perfectamente justificado atacarlo, al igual que lo está atacar uno de sus centros de mando o una de sus divisiones en el campo de batalla", aseguró Zbigniew Brzezinski, exasesor de seguridad nacional del presidente demócrata Jimmy Carter. Para este veterano político es importante distinguir que "destruir al enemigo es un acto de guerra", no un asesinato.

APOYOS TOTALES

"Creo que es lo misericordioso, lo humano, lo que hay que hacer para intentar decapitar a un régimen y ahorrarle a la gente todos los horrores de la guerra que se pueda", dijo Walter Russell Mead, del Consejo de Relaciones Extranjeras, apoyando el ataque a Sadam, que también fue declarado legal por el jurista Anthony Clark Arend, de la Universidad de Georgetown. "Como estamos en un conflicto armado, Sadam Husein y los líderes militares son combatientes y, por tanto, pueden ser considerados blancos", dijo. Así, "el ataque con misiles de crucero del miércoles por la noche no constituye un asesinato ni bajo la orden ejecutiva (de EEUU) ni bajo el derecho internacional".

Arend aludía a la orden ejecutiva 12333, firmada por el presidente republicano Gerald Ford en 1977, reafirmada por su sucesor republicano Ronald Reagan en 1981 y mantenida por los sucesivos presidentes. En ella se especifica que "ninguna persona empleada o que actúa en nombre del Gobierno de EEUU participará o conspirará para participar en asesinatos". No obstante, los juristas estadounidenses coinciden en que esta ley no se aplica en caso de guerra o de autodefensa, a los que se ajusta como un guante la situación en Irak tal y como la ha planteado la Casa Blanca, al afirmar que Sadam Husein posee armas de destrucción masiva que constituyen una amenaza directa para la seguridad de EEUU. De ahí la necesidad de defenderse con una guerra preventiva.

"La orden ejecutiva 12333 no restringe en forma alguna el uso legal de violencia contra blancos enemigos legítimos", refrendó el jurista Jeffrey Addicott, de la Universidad de St. Mary´s (Texas), quien además citó el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas para afirmar que "la violencia puede ser considerada legítima si se ejercita en autodefensa", como es el caso en la guerra al terrorismo o la crisis de Irak.

Legítimo o no, el asesinato es un arma que Washington ha empleado numerosas veces y con embarazosos resultados. Así, intentó envenenar los puros de Fidel Castro y bombardeó la tienda de campaña donde se encontraba Muamar Gadafi. Sadam ha sido el último de la lista y, al parecer, salió con vida, aunque "al menos herido" y tal vez "en camilla", como señalaron ayer los medios de prensa. Pero sigue en el punto de mira de la Casa Blanca, que ayer autorizó a sus fuerzas en el Pérsico para que vuelvan a intentar eliminarle.