La oposición demócrata ha exigido a Karl Rove, cerebro político del presidente de EEUU, George Bush, que aclare si fue él quien filtró en el 2003 la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame como represalia por la pública oposición a la guerra de Irak de su marido, el exembajador Joseph Wilson. "Tiene que ser Rove quien diga, personalmente, que no hizo la filtración y que no ordenó a nadie que hiciera una cosa tan cobarde", reclamó este domingo el senador demócrata por Nueva York, Charles Shummer.

A través de su abogado, Robert Luskin, el ultraconservador Rove ha negado haber sido la fuente de esta filtración, que constituye un delito federal, penado con un máximo de 10 años. Sin embargo, el semanario Newsweek publicó ayer que su nombre aparece como una de las fuentes del periodista del semanario Time Matthew Cooper, en los documentos que esta revista ha accedido a entregar a los tribunales para evitar que Cooper vaya a la cárcel por no revelar sus fuentes.

Según Luskin, Rove efectivamente habló con este periodista, pero "no reveló ninguna información confidencial sobre ninguna persona a Cooper ni a nadie más". El letrado recalcó que "no fue Karl" quien hizo pública la identidad de Plame, poniendo así en peligro su vida y la de otros agentes de la CIA.

INVESTIGACION DEL FISCAL La Casa Blanca no hizo ayer comentarios sobre este explosivo tema, que acerca a Bush a esta filtración, al ser Rove su principal asesor y el subjefe de su Gabinete.

El exembajador Wilson ya apuntó hacia Rove tras la filtración, que descubrió la identidad de su esposa pocos días después de que él publicase un artículo en The New York Times , en el que acusó a la Casa Blanca de manipular los datos de espionaje sobre Irak para justificar la invasión de ese país árabe. Estas sospechas sobre Rove fueron calificadas entonces por el portavoz de Bush, Scott McClellan, como "totalmente ridículas".