"De la oscuridad, al papel de la mujer más poderosa del Reino Unido". Así resumía el diario londinense The Guardian la designación de Catherine Ashton como Alto Representante de la Unión Europea. La fulgurante ascensión de esta mujer, casi desconocida, provoca controversia, mientras los euroescépticos celebran la poca envergadura del tándem Van Rompuy-Ashton. Ashton respondió ayer a los detractores que le echan en cara la falta de experiencia internacional y prometió demostrar su valía.

"En los próximos meses y años voy a mostrar que soy la mejor persona para este trabajo" declaró en una entrevista a la BBC. La baronesa dijo sentirse "muy a gusto" con el cargo, y reconoció que "otros candidatos hubieran sido extremadamente buenos y capaces". "Espero que mis competencias muestren al final que soy la mejor elección", dijo.

LAS GRANDES CRISIS A Ahston, que tomará posesión el 1 de diciembre con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, le esperan tareas de la máxima envergadura, como el conflicto de Afganistán, la disputa nuclear con Irán y las relaciones con EEUU, China y Rusia. Unas responsabilidades desmesuradas, a juicio de múltiples analistas, para quien jamás ha sido ministra de Exteriores o de otro ministerio.

Hace apenas 10 años, Ashton era la responsable de los modestos servicios sanitarios de un condado de Inglaterra y la mayor parte de sus labores han estado ligadas a tareas sociales. A pesar de ello, cree haber adquirido una experiencia internacional relevante en los últimos meses. "He trabajado con ministros del mundo entero y en ese sentido no es algo extraordinario para mí aceptar este trabajo", afirmó, aludiendo a su labor como comisaria europea de Comercio, cargo en el que sucedió a Peter Mandelson en octubre del 2008.

Ashton debe su carrera al exprimer ministro Tony Blair y, según las malas lenguas, al hecho de ser la esposa de Peter Kellener, un periodista y analista político de renombre, con el que el expremier estaba fascinado. El actual primer ministro, Gordon Brown, le habría ofrecido el puesto de comisaria de Comercio para evitar, siempre según sus enemigos, desprenderse de un parlamentario en Westminster. Tal evento hubiera obligado a convocar una elección parcial, poniendo en juego un escaño.

Sin experiencia comercial alguna, Ashton aterrizó en Bruselas, donde se ha labrado una fama de eficacia, discreción, seriedad y de poseer una gran capacidad para aprender rápido.