Es estupendo volver a oler de nuevo el aire fresco de Londres". Con estas palabras a modo de saludo, a las seis de la tarde, con la sentencia que le concedía la libertad condicional en la mano, el australiano Julian Assange compareció ayer a las puertas del Tribunal Superior de la capital británica. Ante los medios de comunicación que se agolpaban desde por la mañana en la entrada del juzgado, el fundador de Wikileaks volvió a reiterar su inocencia y se dijo dispuesto a seguir luchando. "Espero continuar mi trabajo y continuar defendiendo mi inocencia cuando se presenten las pruebas, que aún no conocemos, de esas alegaciones", dijo, refiriéndose a las supuestas agresiones sexuales por las que Suecia quiere la extradición.

Rodeado por todo su equipo de abogados, Assange tuvo palabras de agradecimiento para ellos, para la justicia británica y para todos los simpatizantes que le han apoyado y han puesto dinero para pagar su fianza.

CARRERA CONTRA RELOJ Varias horas antes, el juez Ducan Ouseley ratificó la decisión tomada el martes por el juzgado de Westminster. Comenzó entonces una carrera contra reloj para cubrir todos los requisitos y trámites requeridos, a fin de que Assange pasara la noche fuera de la cárcel. "Esperamos que Julian quede en libertad a última hora de hoy o, en el peor de los casos, mañana, pero esperamos que sea liberado hoy. Todo el mundo esta trabajando muy activamente para que así sea: la policía, la fiscalía y por supuesto su equipo de abogados", había dicho uno de los letrados de la defensa, Mark Stephens. Finalmente, el juzgado prolongó una hora más su jornada habitual, y Assange pudo quedar libre.

Una de las condiciones más complicadas fue recaudar y tramitar las 240.000 libras (unos 283.500 euros) de la fianza, de las que 200.000 libras debían ser entregadas en metálico. Los simpatizantes que habían realizado donativos debían cumplimentar algunos detalles administrativos en comisaría.

Stephens volvió a aludir ayer "a la continua vendetta de los suecos" contra su cliente, en medio de una disputa sobre quién había motivado la fallida apelación. Mientras las autoridades de Suecia alegaban que había sido "una decisión puramente británica", la fiscalía de la Corona (el Crown Prosecution Service) aseguró que habían actuado como "mero agente" del Gobierno de Estocolmo.

SIN RIESGO DE EVASION En el curso de la vista, con la sala abarrotada de periodistas llegados de todo el mundo, la fiscal Gemma Lindfield insistió ante el juez, como ya hiciera anteriormente, en el estilo de vida nómada del detenido y del "riesgo real" que implicaba su liberación. Su argumento de que Assange posee "los medios y la habilidad" para esconderse, gracias a la ayuda de los numerosos simpatizantes de Wikileaks en todo el mundo, no impresionó al juez. El magistrado le respondió que el hecho de que Assange se hubiera entregado a la policía en Londres "no es la conducta de una persona que está tratando de evadirse de la justicia".

Las condiciones impuestas a Assange son, sin embargo, rigurosas. En las próximas semanas tendrá que vivir en situación prácticamente de arresto domiciliario en la mansión de su amigo Vaughn Smith, en el noreste de Inglaterra, a 200 kilómetros de Londres. El australiano deberá llevar una pulsera electrónica y presentarse una vez al día en comisaría. Las condiciones son, sin embargo, excepcionales, comparadas con las de la celda de aislamiento en la que ha vivido los últimos nueve días.