En el pequeño apartamento que ocupa la embajada de Ecuador en Londres no debe de caber un alfiler. El lugar donde encontró precario asilo hace ya seis años Julian Assange se convirtió este lunes en sede improvisada de una especie de tribunal internacional. El fundador de Wikileaks responde a las preguntas de un fiscal ecuatoriano, en presencia de la también fiscala sueca Ingrid Isgren, llegada de Estocolmo junto a un policía. Preguntas sobre la acusación de violación de la que es objeto en Suecia. “La declaración puede durar varios días”, ha estimado Per Samuelson, uno de los abogados de Assange.

La transcripción de los interrogatorios será enviada posteriormente a los magistrados suecos. Serán ellos quienes decidan, a la vista de la investigación preliminar, lo que ocurrirá con el caso. También es posible que se tome una muestra del ADN de Assange, con fines comparativos, si este consiente a ello.

PRIMERA DECLARACIÓN

Es la primera vez que el australiano ofrece a la justicia sueca su versión de lo ocurrido, después de que en el 2010 fuera acusado de violación en el país nórdico. Assange siempre ha negado la agresión y mantiene que las relaciones sexuales con la supuesta víctima fueron consentidas. La justicia sueca emitió una orden de detención europea y reclama el cumplimiento de la extradición aprobada por los tribunales británicos. Todas las convocatorias han caído hasta ahora en saco roto.

El 'exhacker' teme que se trate de una trampa para acabar enviándole a EEUU, donde un jurado secreto estudia la filtración por parte de Wikileaks de más de 250.000 documentos sobre las guerras de Irak y Afganistán, así como los cables del Departamento de Estado que tanto daño hicieron a Hillary Clinton.

La publicación de millares de mensajes de personajes próximos a Clinton durante la campaña presidencial estadounidense fue un golpe irreversible para la candidata demócrata. Su jefe de equipo, John Podesta, acusó a Assange -quien colabora asiduamente con el canal en inglés de la televisión rusa Russia Today, controlada por Vladimir Putin- de estar ayudando a Donald Trump. Esa injerencia molestó al presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien dio orden de cortar el acceso a internet a su cada vez más incómodo invitado. Hoy Trump -quien durante la campaña afirmó: “Amo Wikileaks”- es el presidente electo y su llegada a la Casa Blanca podría desbloquear la situación de Assange. Más de 18.000 personas han pedido un “perdón presidencial” para él. Pero Trump es imprevisible.