La ambigüedad de la diplomacia, que tiene una de sus máximas expresiones en las resoluciones de la ONU, es casi inevitable para alcanzar acuerdos, pero genera problemas cuando hay que trasladar los textos al mundo real. La resolución 1701 de la ONU que estableció el alto el fuego entre Hizbulá e Israel exige a Tel-Aviv detener sus "operaciones ofensivas". No las defensivas y, amparándose en ello, un comando de élite israelí lanzó una operación ayer cerca de Baalbek, que se saldó con un soldado hebreo y tres milicianos de Hizbulá muertos. Lo que para Beirut fue una flagrante violación del alto el fuego, para Israel fue una operación para evitar el tráfico de armas desde Siria.

De madrugada, dos helicópteros israelís desembarcaron dos vehículos y varios soldados que se dirigieron a la aldea de Bodai, a 15 kilómetros de Baalbek. Según Al Manar, la televisión de Hizbulá, en el camino los militares se toparon con guerrilleros de la milicia chií, a los que dijeron que eran soldados libaneses. Los milicianos no se lo creyeron y estalló un enfrentamiento que acabó con la retirada del comando israelí. Según testigos, la aviación hebrea bombardeó la zona y destruyó un puente.

UN JEQUE Hizbulá argumentó que el objetivo israelí era el jeque Mohammed Yazbek, líder de la milicia en Bodai, y presentó los hechos como un éxito al haber desbaratado la operación. Israel aseguró que los comandos cumplieron su misión de evitar el tráfico de armas. "La operación era necesaria porque Hizbulá está violando la tregua al introducir armas desde Siria e Irán", dijeron fuentes israelís, subrayando que la resolución 1701 decreta un embargo de armas.

"Si Siria e Irán continúan armando a Hizbulá vulnerando la resolución, Israel tiene derecho a defenderse. Una vez que el Ejército libanés y las fuerzas internacionales estén activas, estas operaciones no serán necesarias", dijo Mark Regev, portavoz del Ministerio de Exteriores. Regev añadió que volverán a actuar si es necesario y afirmó que, desde el punto de vista israelí, el alto el fuego sigue en vigor.

PETICION A ANNAN No piensa lo mismo el enfurecido primer ministro libanés, Fuad Siniora, quien calificó la operación de "violación pura y dura" de la resolución de la ONU y exigió al secretario general de la ONU, Kofi Annan, que intervenga para que nada parecido vuelva a suceder. Más duro se mostró el ministro de Defensa, Elias al Murr, quien afirmó que si no hay una respuesta contundente de la ONU recomendará que se detenga el despliegue del Ejército libanés. "No enviaremos a nuestros militares para que sean presa de una trampa israelí", afirmó Murr, insinuando que la operación de Israel tenía como objetivo originar una respuesta de Hizbulá y reiniciar otra vez el conflicto.

"La resistencia ve claramente la conspiración y se abstendrá de responder", dijo Nabih Berri, presidente del Parlamento libanés y negociador oficioso de Hizbulá. Haya o no haya respuesta de la milicia, es evidente que operaciones de este tipo no ayudan a Siniora, ya que refuerzan el argumento de Hizbulá de que no puede desarmarse mientras exista una amenaza israelí.

Por eso, más allá de las ambigüedades diplomáticas que hicieron posible el alto el fuego, para que la tregua se mantenga debe existir voluntad de las partes implicadas. Y ni Hizbulá ayuda, al negarse a hablar de su desarme, ni lo hace Israel, con ataques como el de ayer. En estas circunstancias, y más con los problemas de la ONU para desplegar la misión internacional, cualquier chispa puede volver a encender el fuego. Y en Oriente Próximo nunca faltan los pirómanos con buenas excusas.

DERECHO A LA RESISTENCIA Y lejos de apagar el fuego, en declaraciones al semanario semioficial Ajbar al Yom , el presidente egipcio, Hosni Mubarak, afirmó ayer que la milicia Hizbulá forma parte del escenario político libanés y que "resistir al ocupante es un derecho legítimo".