Un diplomático estadounidense murió ayer, junto con otras cuatro personas, en un atentado perpetrado por un kamikaze junto al consulado de EEUU en Karachi, apenas 48 horas antes de la visita que realizará a Pakistán el presidente de EEUU, George Bush. "Terroristas y asesinos no me van a impedir viajar a Pakistán. Mi viaje es importante", afirmó Bush, quien tiene en el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, un aliado clave en la lucha contra el terrorismo.

El suicida hizo estallar un coche bomba al paso del vehículo consular, que salió proyectado hacia arriba, atravesó un muro y cayó en un recinto adyacente. Además del diplomático, identificado como David Foy, murió el chófer del vehículo, un ciudadano paquistaní, una mujer y un soldado de los Rangers encargado de la vigilancia del Hotel Marriott, que resultó afectado por la explosión. El cadáver del suicida fue hallado decapitado. Hubo al menos 40 personas heridas.

Musharraf condenó el atentado. "Este acto sin sentido no va a disminuir nuestra determinación de luchar contra el terrorismo. Debemos trabajar juntos para eliminar esta amenaza", afirmó en un escrito dirigido a Bush, en el que le expresó su "consideración y estima".

Musharraf es un estrecho aliado de Bush en la lucha contra el terrorismo. Tras el 11-S, Pakistán se puso del lado de EEUU, en contra de los talibanes. Pero esta alianza y las detenciones de cientos de miembros de Al Qaeda en territorio paquistaní están costando caras, en términos de popularidad, a Musharraf. Los islamistas han convocado para hoy una protesta nacional, en teoría por las caricaturas de Mahoma, pero lo que hay detrás es un fuerte sentimiento antiestadounidense y anti-Musharraf.